CAMAGÜEY- Como un hilo rojo que conecta las almas destinas a encontrase entrelaza la neonatología a hombres y mujeres con una sensibilidad incalculable, en un acto en el que cada segundo cuenta para salvar vidas que recién comienzan.

Ubicada en la primera planta del hospital materno ginecobstétrico Ana Betancourt de Mora, la sala de Neonatología se abre paso bajo estrictos protocolos de bioseguridad, el sonido de las máquinas y el andar silencioso de médicos y enfermeros que no descansan con un único objetivo.

“Esta es una especialidad poco conocida, porque es un servicio cerrado —comentó la doctora Liana Rosa Pacheco García, Especialista en primer grado en Neonatología— “a mí me tocó de cerca porque mi papá es neonatólogo, entré a la carrera de medicina y comencé en el movimiento de alumnos ayudantes, primero de pediatría y después me vinculé directo con la especialidad, así hice el internado vertical y culminé mis estudios hace tres años”.

Hoy la joven doctora asume su responsabilidad con dedicación y asegura que volvería a escoger el mismo camino; de igual forma con 14 años de experiencia la Licenciada en Enfermería Annis Fernández Caballeros aceptó la oportunidad de superación ofrecida por la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay y cursa el tercer año de la Especialidad de Neonatología y Pediatría.

“Ganamos en conocimientos, ahora estamos más preparados en la parte médica y clínica, así conocemos a profundidad el porqué de procederes que realizamos a diario, además del sentido de pertenencia, los que estamos aquí es porque nos gusta, y nos sentimos orgullosos de lo que hacemos”, confesó Fernández Caballeros.

El crecimiento profesional y las horas de estudio nunca cesan para el ejército de batas blancas, asegura la Doctora Dayana Silva Leonard, residente de segundo año de la Especialidad de Neonatología, “es dedicarte por completo, este es un servicio que requiere mucha atención y madrugadas de estudio, de ti dependen bebés y con ellos familias.

Pero tenemos todo el apoyo, contamos con profesores en la sala que nos guían en cuanto a la docencia y damos el curso de postgrado en Ciencias Médicas que incluyen otras asignaturas más generales”.

El tiempo no se detiene dentro del largo pasillo, al fondo el área de servicio para la preparación de medicamentos, hidrataciones y alimentos, así como los cubículos de Terapia Intensiva, cuidados progresivos y cuidados básicos neonatales mantienen un ritmo pausado, pero minuto a minuto cargado de compromiso.

Años de labor están presentes a su vez en la sala de Neonatología del hospital agramontino, rostros que reflejan la experiencia y son cátedras para los más jóvenes, entre ellos la especialista en primer grado de Neonatología, doctora Diana Fernández Sancho y la enfermera, máster en Atención Integral al Niño, Yadilka Gómez Verdecia.

“Esta es una carrera que demanda mucha entrega”, —asegura el residente de enfermería Licenciado Alejandro Varela Pérez—, “pero cuando uno está en el lugar que le gusta no importan los limitantes pues tenemos la satisfacción de ver a muchos niños regresar a sus casas y luego poder decir ‘a ese niño lo salvamos nosotros’”.

La sensibilidad se multiplica en la sala, pequeños corazones laten, madres que anhelan, familias que esperan… así llegan hasta sus predios estudiantes de la carrera de medicina que aspiran un día a formar parte de ese equipo donde el común denominador será siempre la vocación y el sacrificio.