CAMAGÜEY.- Fernando nunca antes había oído hablar de silvopastoreo. Él, maestro primario de profesión pero de raíces campesinas, decidió un buen día solicitar tierras junto a los suyos para dedicarse a la producción agropecuaria.
En 2009 marcaron el inicio de una nueva etapa en sus vidas con el nacimiento de la finca familiar El Taburete, ubicada en el camino El Jiquí, en el kilómetro 17 de la carreta a Santa Cruz del Sur. Los primeros tiempos fueron “muy duros”, así los recuerda. Mucho machete y hacha tuvieron que dar para desmontar la manigua cerrada en 40.26 hectáreas y ponerlas a producir.
Un tiempo después los contactó Moisés González Rivas, jefe del Servicio Estatal Forestal del municipio Jimaguayú, y les propuso “convertirlos” en pioneros en la práctica del silvopastoreo en el municipio. Para estos guajiros sonó raro, pero también razonable porque la idea de aprovechar las 25.4 hectáreas de bosques que tenían para el pastoreo del ganado les ayudaría con la sombra y la alimentación de las reses.
El ofrecimiento llegó además con un presupuesto del Fondo Nacional de Desarrollo Forestal (Fonadef), el cual a lo largo de casi 6 años de puesta en práctica les ha favorecido con más de 127 000 pesos en moneda nacional para el beneficio ambiental. Con tal impulso pudieron emprender la limpieza, raleo y poda del bosque, además del acondicionamiento de cinco cuartones ubicados de forma diagonal.
Hoy da gusto ver las áreas dedicadas al silvopastoreo en esta estancia, la cual, aseguran los entendidos en el tema, es una de las mejores de la provincia. La distingue la abundancia de algarrobas, barías, guabanes, guásimas y palmas reales y la numerosa población de zorzales, cartacubas, carpinteros y tocororos.
Fernando Rodríguez González, asociado a la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Camilo Cienfuegos, de Jimaguayú, insiste en los muchos beneficios que ha constatado en este sistema de producción pecuaria en donde la floresta interactúa con las plantas forrajeras y el ganado.
“En el momento más duro de la seca, en el primer cuatrimestre del año, los animales comen las semillas de los árboles, por ejemplo de la algarroba y la guásima, que son muy nutritivas. Además está la sombra, que es tan buena y necesaria para el ganado. Todo eso ayuda con el aumento de las producciones de leche y carne. ¡Ah, y el estiércol abona el suelo y ayuda al bosque! Hoy contamos con 86 reses en total, en muy buenas condiciones físicas, y el plan de 17 000 litros de leche para este 2020 seguro que lo sobrecumpliremos”, afirmó.
JIMAGUAYÚ: ARMONÍA ENTRE ÁRBOLES Y ANIMALES
Impulsar la incorporación de fincas al novedoso sistema de manejo del ganado no resultó tarea sencilla, pues siendo Jimaguayú uno de los municipios ganaderos por excelencia de la provincia, sus hombres y mujeres estaban adaptados a los métodos tradicionales de pastoreos. Mas los buenos resultados alcanzados en El Taburete ayudaron a Moisés González Rivas, promotor de este proyecto y también presidente de la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (Actaf), a incorporar seguidores.
“En la actualidad hay 180 fincas aplicando silvopastoreo en el territorio, fundamentalmente del sector cooperativo y campesino, aunque también están incorporadas granjas estatales y unidades básicas de producción cooperativa, esta última en menor medida. Somos de los municipios con mayor representación en la provincia.
“Este trabajo permitió duplicar la cobertura boscosa del municipio, recuperar nuevas áreas forestales y ponerlas en función de la ganadería, lo que representa un beneficio tanto para la naturaleza como para la economía de los productores y del territorio. Además de aportar al mejoramiento ambiental, que incluye la micro fauna, el suelo y el agua, ha contribuido a incrementar la cultura ambiental y forestal entre los campesinos y pecuarios”, aseguró González Rivas.
Aunque poco divulgado, existen evidencias de que el sistema de silvopastoreo constituye una alternativa ecológica, económica y socialmente sustentable para las áreas ganaderas, que permiten reducir el impacto ambiental de los métodos tradicionales de producción. Una opción ecosostenible que esperemos siga sumando adeptos, como lo hizo con Fernando.