CAMAGÜEY.- Si en un sector se hace difícil escoger a una persona para entrevistarla en una fecha señalada como el Día de la Medicina Latinoamericana, es precisamente en la Salud Pública en Cuba, donde todos sus trabajadores celebran también su fecha.

Son muchos los consagrados por el bien de otros y en estos tiempos en que apareció el coronavirus SARS-CoV-2 que ocasiona la COVID-19, más aún.

Sin embargo, tenía una deuda con la Dra. Idalia Morell Amarales, especialista de 2do. Grado en Pediatría y Cardiología, con perfil pediátrico, o sea, Cardiopediatra, desde que se encontraba en Bolivia (marzo–noviembre del 2019) de donde regresó antes de lo previsto debido al golpe de Estado propinado al Gobierno de Evo Morales.

Ella es Máster en Atención Integral al Niño, Profesora Auxiliar de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, de Camagüey, y trabaja en el hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña desde hace 19 años. Había laborado en Sibanicú en la Atención Primaria de Salud por cinco años. Ahora se encuentra otra vez separada de sus seres queridos para ofrecer sus servicios en Mozambique.

De su experiencia en aquella primera misión internacionalista en la nación andina cuenta:

“En ese hermano país fui ubicada en el departamento de Potosí, situado a más de 4 000 metros de altura sobre el nivel del mar; zona de clima muy frío donde tuvimos la oportunidad de conocer la nieve. Allí laboré en el Hospital San Cristóbal Boliviano-Cubano con 13 años de fundado entonces; establecimos adecuadas relaciones con el colectivo y colegas nacionales, fuimos bienvenidos en el Servicio de Pediatría; contribuimos en la formación docente de internos y residentes; y mantenemos hasta hoy excelentes relaciones humanas”.

Sabemos que hubo tensión en esa época de regreso a Cuba…

—Todos estuvimos bajo mucha presión dada la situación política que atravesaba Bolivia; los médicos cubanos y la Brigada Médica en pleno eran el reflejo de Evo Morales, de sus ideas de hacer el bien y el contexto no era favorable porque a la oposición nada de eso le interesaba.

“Tuvimos la oportunidad de participar en la Feria de Salud celebrada en el departamento, donde se le brindaba atención especializada y gratuita a los más necesitados, fue algo muy bonito contribuir a elevar el estado de salud de dicho pueblo; fue una experiencia inolvidable, todo en coordinación con el Ministerio de Salud de allá.

“También participamos en la celebración del XIII aniversario del Hospital San Cristóbal Boliviano-Cubano, con una ceremonia que recordamos con agrado”.

De sus últimos días en Bolivia...

—Fue muy difícil todo lo vivido desde los días previos a las elecciones del 20 de octubre y después de dicho resultado hasta el 10 de noviembre de 2019 en que ocurrió el golpe de Estado, permanecimos con mucha incertidumbre, ya que la oposición tomó fuerza, cerraban las calles para obstaculizar el paso, cada día se tornaba más complicado llegar y regresar del hospital. A pesar de la situación nos mantuvimos activos hasta el propio 10 de noviembre, fecha en la que no pudimos continuar, pues tomó el poder la oposición. Duele todavía recordar cómo devastaron el departamento, prendieron fuego a instituciones del Gobierno, miembros de la Policía Interpol invadieron nuestra vivienda y aunque no fuimos agredidos físicamente, sí psíquica y moralmente, hicieron hasta lo imposible para desacreditar nuestra labor en aquel hermano pueblo.

“Mi Brigada fue la última en salir para regresar a Cuba, y sabíamos que no estaríamos desprotegidos; no obstante, fue muy estresante. Los caminos que conducían al aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, de donde se volaba a la Patria por la vía más cercana (Sucre) estaban cerrados. Nos trasladaron de noche con más de seis horas de estancia hacia el Alto y de allí a Santa Cruz hasta que salió el vuelo en horas de la madrugada del siguiente día rumbo a Cuba con escala en Venezuela para poder habilitar. Fue el último vuelo de colaboradores directos a la asistencia médica”.

Luego de esa mezcla de alegría por el deber cumplido al que jamás renunciarán y hacer mejor la vida de personas geográficamente tan lejanas de Cuba y de tristeza por la manera en que los obligaron a abandonar ese país, ¿cómo decide participar en la misión a Mozambique?

—Incluso esos recuerdos nos llevan a cierta nostalgia, pero así fue, regresamos a nuestra Cuba bella con la frente en alto, y me encuentro en Mozambique desde el 14 de febrero del presente año. Fui el relevo de mi compañero y amigo el Dr. Deyvis Sánchez y lo decidí porque los médicos somos servidores de quienes nos necesitan, sean quienes sean. Nunca antes decidí cumplir con tan noble tarea y experiencia significativa para todo profesional por no dejar los niños pequeños, aunque reconozco les hacemos mucha falta en cualquier etapa de la vida.

“Mi esposo también médico, es especialista en Cardiología y cumplió en Venezuela, entre el 2004 y el 2010, un largo período en que asumí la responsabilidad familiar, en aquel entonces la niña con solo 15 meses y el niño cursando 10mo. grado en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Máximo Gómez Báez. Hoy ella cursa el grado 12 en ese mismo centro, y él ya graduado de Licenciado en Ciencias de la Computación. Ambos constituyen nuestro mayor orgullo por ser hijos ejemplares”.

¿Dónde trabaja en Mozambique?

—En el Hospital Provincial, de segundo nivel, en el servicio de Pediatría-Neonatología, de la provincia de Inhambane, situada aproximadamente a 470 km de Maputo, la capital, desde hace siete meses ininterrumpidos en esa última rama, lo que ha constituido un gran reto pues en nuestro país la Neonatología es una especialidad por sí misma.

“Constituyen las principales causas de internamiento: el Síndrome de Dificultad Respiratorio (SDR), la prematuridad, la asfixia grave, las malformaciones congénitas y la sepsis, entre otros, asociados a múltiples factores de riesgos en los que destacan la deficiente atención prenatal e hijos de madres con VIH/Sida y otras enfermedades crónicas.

“Hemos logrado un trabajo en equipo con los médicos generales mozambicanos, personal de enfermería, de servicio y estudiantes en formación a quienes apoyamos. Las relaciones interpersonales son excelentes. A través de la integración con ellos adquirimos nuevas experiencias y enriquecemos nuestros conocimientos en cuanto al manejo de enfermedades que constituyen causa importante de morbimortalidad en el país como la malaria complicada, por ser una zona endémica, igual sobre el VIH y la tuberculosis, así como en el manejo de sus protocolos”.

¿Sienten que reconocen el esfuerzo de ustedes?

—Por supuesto, nos llega el reconocimiento de familiares sobre todo de aquellos pacientes con estadías prolongadas que consideramos vidas salvadas y también de todo el equipo de trabajo.

¿Dejó a un lado la Cardiopediatría?

—De ninguna manera, nos mantenemos vinculados, diagnosticamos y ponemos tratamiento precoz, sobre todo en las cardiopatías congénitas, tanto en el neonato, como en el resto de los niños. Estamos donde nos necesiten.

¿Conoce a algún mozambicano graduado en Cuba?

—Sí, tenemos técnicos y licenciados graduados en nuestro país, quienes sienten orgullo y agradecimiento por esa oportunidad, gracias a las relaciones diplomáticas entre ambos pueblos.

¿Cómo funciona aquel sistema de Salud?

—Es muy diferente, la Atención Primaria de Salud no es como la nuestra y prevalecen las enfermedades crónicas de base, así como una situación sanitaria asociada con un alto índice de pobreza, lo cual condiciona que los indicadores de salud como las tasa de mortalidad infantil y materna aún sean muy elevadas, y con esperanza de vida al nacer baja.

“Sin embargo, si comparamos la tasa de mortalidad infantil que reportaba 155 fallecidos por cada mil nacidos vivos en 1990, ha descendido paulatinamente y en el 2012 era de 63 y ya fue de 54,8 en el 2019. La esperanza de vida al nacer estaba en 49,9 en el 2012 y hoy es de 50 a 60 años”.

¿Qué la impulsa a seguir con su aporte en ese país?

—Es muy bonito contribuir con nuestros modestos conocimientos y esfuerzos a mejorar los indicadores de salud y más que números a mejorar la calidad de vida de estas personas, donde más del 10 % de los bebés no llegan a cumplir su primer añito, y son la malaria y el VIH/Sida las principales causas de muerte, seguido de las enfermedades crónicas, como la tuberculosis, las oncolinfoproliferativas y las infecciones.

“Así y todo hoy se registran más de 10 000 niños afectados de VIH que reciben tratamiento, incluso con protocolo de profilaxis desde la etapa neonatal, antes eran menos los favorecidos, quiere decir que el país se esfuerza por mejorar sus indicadores de salud.

“No llevo mucho tiempo aquí, pero considero, con modestia, que siempre con el apoyo de nuestras Brigadas Médicas, donde quiera que estemos, contribuimos a mejorar los indicadores de Salud de los pueblos hermanos; siendo esta la principal razón de ser en el accionar de la colaboración médica cubana”.

¿Cómo enfrentan la aparición de la pandemia que azota al mundo?

—La COVID-19 no nos ha frenado, brindamos nuestros servicios sin limitaciones. No estamos en la atención directa de los casos confirmados con esa enfermedad como otros colegas, pero nos protegemos igual, contamos con los medios de protección necesarios y de la vigilancia epidemiológica. Siempre hay riegos, incluso, en abril estuvimos en contacto con un bebé cuya madre fue positiva al coronavirus, nos chequearon y no tuvimos problemas.

Mencionó a su familia, ¿cómo la apoyan desde tan lejos?

—Mi familia más cercana se compone como le dije y mi mamá, de la cual siempre he recibido apoyo incondicional para así garantizar mi labor como profesional, imagine que tuve mi niño siendo estudiante de Medicina y gracias a ella logré culminar sin perder ningún año y después continuar con la especialidad vía directa en Pediatría.

“Durante mi estancia en Bolivia recibí el apoyo de todos y junto conmigo sufrieron aquella situación y estamos muy contentos que una vez más prevalezca allí la justicia y la verdad, y que en ese hermano pueblo este 10 de noviembre haya vencido, retomando el poder el Movimiento Al Socialismo (MAS) para así reconquistar todo lo que les fue arrebatado por aquel Gobierno opresor y oportunista.

“Y algo muy importante, mi familia me sigue apoyando, a pesar de lo mucho que nos necesitamos para poder dar término con esa misión internacionalista, orgullo de todo profesional de la Salud en Cuba”.