Foto: Tomada de radiosantacruz.icrt.cuFoto: Tomada de radiosantacruz.icrt.cuSANTA CRUZ DEL SUR, CAMAGÜEY.- La medalla recibida por la destacada labor en los Comités de Defensa de la Revolución, Célida la Fuente Corzo la mantiene bien conservada dentro de un pequeño bolsito. Tanto ella como su esposo Onesio Frías Figueredo continúan como activos partícipes de las tareas de la mayor organización de masas de Cuba.

"Yo tenía 13 años cuando una caravana del Ejército Rebelde entró en Santa Cruz del Sur. Tuve el privilegio de entregarles brazaletes del Movimiento 26 de Julio (M-26-7). Nunca olvidaré esa fecha", comentó emocionada.

A los 15 años pasó a formar parte de la alianza revolucionaria de los Jóvenes Rebeldes. "También me incorporé al batallón 1 024 de las Milicias", evocó el esposo de Célida.

Los hermanos de Frías Figueredo, Eleocadio y Félix, formaban parte del mismo grupo verdeolivo. La jefatura local de los inexpertos combatientes pidió que dieran un paso al frente aquellos que estaban de acuerdo en formar parte de la Compañía.

"Estuve de acuerdo, pero los jefes se negaban a aceptarme porque era menor de edad. Había cumplido los 15", comentó resuelto el entrevistado.

Al llegar los camiones destinados al traslado de la fuerza creada para combatir el bandidismo en la zona de Guayabal, perteneciente al actual municipio de Amancio Rodríguez, en la provincia de Las Tunas, el adolescente se montó a la velocidad de un rayo en la cama de uno de los vehículos.

Sus padres trataron de hacerlo cambiar de idea. Yo les dije: "Aquí van mis hermanos. Voy a correr la misma suerte de ellos. Los milicianos no se ‘rajan’".

El batallón 15, integrado por camagüeyanos, se encargó de peinar, bien armado, el territorio guayabaleño. A la vez hacían trincheras y apoyaban los cortes de caña en la zafra del momento.

Listos estuvieron esos agramontinos para partir a Playa Girón al producirse el ataque mercenario el 17 de abril de 1961. Aunque no fue necesario su apoyo, las alertas se mantuvieron para entrar en combate si recibían la orden.

La preparación para la defensa prosiguió de un extremo a otro de la Isla. Al pretender el Gobierno de los Estados Unidos agredir nuevamente a Cuba en la llamada Crisis de Octubre del siguiente calendario, Onesio junto a miles de milicianos se apostó ametralladora en mano en una de las partes del largo muro de mampostería construido en  parte  del litoral costero santacruceño.

"El triunfo de Fidel y el pueblo los yanquis no  lo van a destruir por aquí", así manifestó el lugareño.

"Nuestras historias revolucionarias se hallan mezcladas en el amor que hemos sabido apuntalar con el corazón", indicó satisfecha Célida.