CAMAGÜEY.- La fiesta de la final de la 61 Serie Nacional con la coronación de los Alazanes granmenses, el viaje del propio equipo de Carlos Martí a la Semana Beisbolera de Harlem (Países Bajos) y el excelente arranque de los niños del Santa Clara en el torneo caribeño de Pequeñas Ligas, dan la impresión de que todo está bajo control en nuestro pasatiempo nacional, pero…

Otros lanzamientos desde las oficinas del estadio Latinoamericano han caído fuera de la zona buena, causando desconcierto entre especialistas y amantes de la pelota. Hace poco más de una semana los directivos de la Comisión Nacional anunciaron que la llamada Liga Élite comenzará el próximo 8 de octubre con la participación de seis equipos conformados por provincias vecinas. La elección de la estructura de dichos conjuntos fue producto de una votación popular y el criterio de la prensa especializada y de las comisiones provinciales y nacional en una encuesta de tres opciones publicada en los medios de prensa del Inder.

Este método, mucho más democrático y justo que aquellos que se usaban anteriormente, parecía involucionar en el nuevo instrumento publicado en sus plataformas para elegir el nombre de las seis novenas. En el cuestionario propusieron un nombre, repito: un nombre, para votar a favor o en contra. De más está comentarles la repercusión popular, además en algunas opciones la mayoría marcó no y se vieron obligados a realizar otro sondeo con tres propuestas para cada equipo. Cosas de la primera clase de metodología de la investigación o de un poco de sentido común.

Pero más allá de los nombres —en cuya propuesta se incluyen algunos usados en otros torneos a lo largo de los años y otros que nada tienen que ver con la identidad de la provincias que representarán— la preocupación de este redactor es qué tendrá de diferente este certamen a otros que desaparecieron de muerte natural como las Copa Revolución, las Selectivas o las Superligas. En la escueta nota de prensa que aclara que este “es un evento clave dentro de la nueva estrategia de desarrollo de nuestro deporte nacional”, no se detallan elementos que la afición y los jugadores esperaban. Me refiero a mayores salarios para los peloteros y entrenadores participantes, el patrocinio de empresas cubanas, mixtas o extranjeras, o la inserción de varios atletas cubanos que actúan en ligas en el exterior del país.

Todo indica a que este será otro torneo que no calará entre los seguidores y terminará como otra víctima del usadísimo método de prueba-error, que tantas penas nos ha traído. Y no crea usted que hablo desde el pesimismo. No. Los propios organizadores los que alimentan este análisis al no dejar claras sus intenciones. ¿Qué podemos pensar de una Liga “de invierno” cuya segunda edición coincidirá con la 63 Serie Nacional, anunciada para septiembre de 2023 con estructura de 90 juegos? Están lanzando sin señas desde la Comisión Nacional o pretenden modificar nuevamente el calendario competitivo y la afectada será, otra vez, nuestra SNB. Eso lo sabremos en unos meses.

Mientras tanto, otra bola enmarañada está camino a home, pues la Serie para menores de 23 años, prevista para comenzar este 16 de junio, flota en el limbo. Aunque sabemos que todo evento en Cuba corre riesgo por la difícil situación económica que nos afecta, del Sub-23 no se ha dicho ni una palabra en los últimos días y a estas alturas ya debería estar anunciado su congresillo técnico. En las provincias, la prensa especializada pregunta a sus dirigentes y estos solo se encogen de hombros y hablan de la preparación de cada uno de sus equipos. En fin, que en materia organizativa, en el despacho del Comisionado Juan Reinaldo Pérez “la lista no coincide con el billete”.