BOCA DE CAMARIOCA, MATANZAS.- "Parece que han arrastrado un muerto por el banco" y "yo he visto muertos levantarse", dijeron Yorbis y Miguel tras la tercera derrota camagüeyana ante Matanzas en la final de la 59 Serie Nacional de Béisbol.
Ambos Borrotos, con la herida sangrante, pero la cabeza en alto, buscaban animar a sus compañeros.
"Si ganan este jueves podrían despertar el fantasma de fracaso matancero", se me ocurrió decir en la nota previa al quinto choque, mientras mi colegas bromeaban con la presencia del espectro que Víctor Mesa patentara en su etapa de Cocodrilo.
El Toro que atemorizó a los Industriales en el mayor templo del béisbol cubano era un cadáver que entraba en estado de putrefacción sobre el diamante del Victoria de Girón, fue entonces cuando aparecieron espíritus vestidos con una chamarreta azul y roja.
Lázaro Blanco había perecido en el intento de ganar el primer juego ante los matanceros en el Cándido González. Salió del montículo con una sonrisa y marcador favorable de 3-1, pero sus compañeros se desplomaron y cayeron 5-3. Este jueves sus envíos eran conjuros de éxito. Le dieron seis imparables en igual cantidad de entradas y admitió cuatro carreras (solo dos limpias) y el marcador de 9-4 que dejó fue casi una sentencia.
Un trío de apariciones en el centro del line up visitante se encargó de amenizar la tarde de los sustos. Ayala, Anderson y Guibert habían empujado una sola carrera en todo el duelo y remolcaron seis. El capitán (de 4-2) abrió la cuenta con el primero de sus dos remolques, Lele (también de 4-2) trajo tres y la aspiradora santiaguera fletó una con su único hit del juego.
Con una misteriosa gallina prieta pastando en el jardín izquierdo, agua saliendo a borbotones de su banco y humo de tabaco en las gradas, los herederos de "Sile" Junco marcaron cuatro en el séptimo capítulo y otras dos en el noveno. En el capítulo de conclusión ubicaron el empate en la inicial y la posibilidad de la corona en las muñecas del bateador con solo un out. Fue el momento de la aparición más temida, un niño de sangre jamaiquina con un número 30 de potente significado a la espalda. Yosimar Cousín aterrorizó a decenas de miles de aficionados de los lagartos al ponchar al capitán Santoya y al Grandes Ligas Arruebarruena para mandar la Serie de vuelta al Cándido González. Un conjuro de siete strikes y dos bolas.
En la plaza cubana de la brujería y los misterios nada pudo con los supuestos muertos de la llanura camagüeyana, fantasmas que este fin de semana buscarán en dos salidas al terreno subir al cielo junto a los dioses del béisbol. Así está el show de nuestro pasatiempo nacional, muerto y vivo, preñado de encargos religiosos y deseos de gloria.