CAMAGÜEY.- La saltadora camagüeyana Davisleydi Velazco es de quienes arrancó buenos recuerdos al ya universalmente triste 2020. Solo tiene 20 años de edad, su carrera al máximo nivel recién comienza y siente que empieza a pagar una deuda: “Mi principal exigencia es personal. No estoy donde quiero y puedo deportivamente”, se explicó en diálogo con Adelante Digital.
Una atleta que en su etapa juvenil reinó en América y alcanzó un bronce mundial no debería cargarse con tantos apuros, pero ella piensa diferente. “El tránsito de categoría es difícil, pero yo me exijo por la evolución que deben tener mis saltos”, revela mientras recuerda los 14.07 metros (m) que logró en Perú en el 2017.
Se exige como si practicara desde siempre el triple salto. Sin embargo, la sabia decisión de mudarse a la modalidad de los tres pasos le llegó cuando casi celebraba sus 15. Quizá por eso aún no encuentra el performance ideal para su carrera de impulso. “Experimentamos cambios técnicos, porque todavía hago faltas en la mitad de mis intentos en competencias importantes. Mis entrenadores, Yoelvis Quesada y Mabel Gay, el psicólogo y el resto del team, me inyectan ganas y poco a poco voy mejorando”.
Así llegó a su primer clímax el pasado 21 de marzo. Davisleydi se estiró hasta los 14.34 m, dos centímetros más de lo que exige World Athletics para clasificar a los Juegos Olímpicos que se iban a celebrar este verano en Tokio.
“Alcanzar la marca olímpica significaba el primer paso para demostrar que mi carrera va en serio. Por ahí hay quien piensa que muchos logramos los registros en La Habana por magia, pero en mi caso, lo habría hecho en cualquier otra parte. Desde que empezaron las confrontaciones en el equipo y luego en el Festival de Saltos, me mantuve por encima de los 13.90 m y pasando los 14.00”, comentó.
Después de dos meses en los que solo pudo hacer ejercicios estabilizadores, abdominales y carreras en la madrugada, Velazco regresó la pasada semana a la pista junto a su pareja, el corredor Roberto Skyers, y el preparador físico Leslie Llorente. “Realizamos ejercicios de coordinación y aclimatamos el cuerpo para complejizar las rutinas más adelante. Mis profesores nos mandan videos tutoriales. Tengo que trabajar con cuidado para evitar lesiones”.
Precisamente ese resulta uno de sus grandes temores, pues en los últimos años su expediente médico sumó dos esguinces de tobillo, una fascitis plantar, inflamaciones en el tendón rotuliano de una de sus rodillas y hasta tres rupturas de ligamento en su pierna derecha. “Nunca podía completar una preparación porque siempre me pasaba algo, incluso hace poco sufrí un accidente levantando pesas, pero solo me tuvo inhabilitada 15 días. Varias veces he quedado por debajo de los pronósticos porque mi cuerpo llega con problemas”.
Ahora, mientras practica, se concentra en la meta de disminuir su peso al tope ideal: los 61 kilogramos.
Davisleydi esquiva las cámaras y los micrófonos, pero en la pista desaparece toda timidez. Mira de frente su destino: “La suspensión de los Juegos Olímpicos me favorece, tengo más de un año para mejorar. Pienso seguir el camino que llevaba, porque a ese paso iba a estar en la élite. Ahora me propuse participar en la final olímpica y lo daré todo para lograrlo. No puedo seguir acumulando deudas”.