Si bien el PP del presidente del Gobierno y candidato a la reelección, Mariano Rajoy, resultó la fuerza más votada en los comicios con 28,72 por ciento y 123 diputados, la cifra se antoja insuficiente para mantenerse en el poder.

Tras conocerse el resultado de las elecciones más reñidas de la democracia, el propio Rajoy admitió que el panorama postelectoral, con un Congreso de los Diputados muy fragmentado, no será fácil y habrá que llegar a entendimientos para intentar formar gobierno.

Será necesario hablar mucho, dialogar más, insistió el líder del PP, cuya formación perdió 63 escaños respecto a 2011 y quedó muy lejos de la mayoría absoluta en la Cámara baja, establecida en 176 representantes.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que junto a los conservadores llevan décadas de bipartidismo con la alternancia en el ejecutivo, quedó en la segunda posición con 90 diputados y 22 por ciento de respaldo, el peor resultado de su centenaria historia.

En su primera participación en unas elecciones generales, el partido emergente Podemos (centroizquierda) obtuvo 20,6 por ciento de apoyo, con más de cinco millones de sufragios y 69 asientos en el Congreso, y resultó la gran novedad de la noche con Ciudadanos.

Considerado ideológicamente el aliado natural del PP, este último partido de centroderecha irrumpió en el parlamento con 40 diputados, por lo que juntos no se acercarían a la mayoría absoluta, con apenas 163 de los 350 plazas del órgano legislativo.

Podemos y Ciudadanos, que capitalizaron el descontento ciudadano por los escándalos de corrupción dentro de los partidos tradicionales, serán decisivos en las negociaciones postelectorales para lograr un consenso que permita formar gobierno a la agrupación más votada.

En opinión de analistas, los comicios esbozaron un inédito escenario multipartidista en este país europeo, con un ejecutivo en minoría obligado a pactar y que tendría dificultades para acabar una legislatura de cuatro años.

Los casos de corrupción en las filas de socialistas y populares y la debacle económica que desangra al país desde 2008 llevaron a los gobiernos del PSOE, primero, y del PP después, a adoptar draconianas medidas de austeridad, con recortes en servicios públicos esenciales.

El malestar de la población, plasmado en las protestas del 15-M, fue canalizado por Podemos, liderada por el joven profesor universitario Pablo Iglesias.

Ciudadanos -aunque más cercano a los preceptos neoliberales encarnados por el PP- de alguna manera también recogió la indignación popular con el clientelismo y la corrupción.

Ante miles de seguidores congregados anoche en una céntrica plaza madrileña, Iglesias demandó al resto de las fuerzas políticas un acuerdo para blindar en la Constitución los derechos sociales.

Advirtió que cualquier acuerdo de la formación emergente pondrá sobre la mesa la necesidad de proteger los servicios públicos.

España votó un cambio de sistema y eso tiene una implicación imprescindible e inaplazable que es la reforma constitucional, enfatizó.

Se acabó el sistema del turno, indicó el máximo dirigente de Podemos, en alusión al fin del bipartidismo en este país europeo.

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