Ahora el presidente Barack Obama acaba de ratificar dicho propósito, (ya había dicho que asistiría), en una entrevista concedida a la agencia de noticias Reuter afirmó: “Mi esperanza es que podamos abrir una embajada y que parte del trabajo se haya desarrollado antes de la Cumbre en Ciudad de Panamá, el 10 y 11 de abril, y agregó, que el restablecimiento total de las relaciones con Cuba, llevará tiempo.”

En el diálogo del viernes 27 de febrero, la jefa de la parte cubana había reiterado la necesidad de retirar a Cuba de la lista de los países patrocinadores del terrorismo internacional, “donde nunca debimos estar” y la provisión de los servicios bancarios a la Oficina de Intereses de Cuba en Washington, de los que carece hace más un año, aunque acotó que estos no constituyen un precondicionamiento al diálogo, y la parte estadounidense ratificó que se trabaja en la solución de ambos problemas.

Teniendo en cuenta los objetivos a alcanzar en los próximos pasos, parece necesario acelerar las negociaciones por estar sobre la mesa, para las venideras semanas, temas como el de la aviación civil, trata de personas, telecomunicaciones, prevención de fraude migratorio y cambios en las regulaciones que modifican la implementación del bloqueo.

En su entrevista a Reuter, Obama dijo: “’Estamos recorriendo un camino en el que podemos abrir nuestras relaciones con Cuba de manera que al final llevará a que se produzcan más cambios en Cuba. Y ya los estamos viendo”, agregó.

Más adelante, y con la clara idea de afianzar como acertada la decisión de restablecer las relaciones con Cuba, y defenderla ante los que se oponen, el Presidente estadounidense valoró que “el hecho de que desde nuestro anuncio el Gobierno cubano ha comenzado a discutir las formas en que van a organizar la economía para acomodarla a la posible inversión extranjera, eso está forzando a una serie de cambios que prometen abrir más oportunidades para los emprendedores y más transparencia en términos de lo que pasa en su economía”.

Desde luego que esos cambios a los que se refiere el mandatario estadounidense hace ya larga data que venían implementándose, pero si el restablecimiento de relaciones entre ambas naciones sirve para acelerarlos, bienvenidas sean, siempre y cuando se desarrollen ajustadas a los principios internacionales refrendados en la Carta de las Naciones Unidas y observando las obligaciones emanadas de las Convenciones de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y Consulares.

En cuanto a las Cumbres de las Américas, a las que Cuba hasta ahora no ha asistido desde su fundación en 1994 por la oposición de los Estados Unidos y por ser este un mecanismo de la Organización de Estados Americanos (OEA) de la que fuimos expulsados en 1962, el presidente cubano Raúl Castro dijo que asistiría a esta del 10 y 11 de abril en Panamá, respondiendo a la invitación hecha por el mandatario de ese país, Juan Carlos Varela.

Al respecto, Raúl Castro ha dicho que concurriría a la cita: “Para expresar nuestras posiciones, con sinceridad y respeto para todos los jefes de Estado y Gobierno, sin excepción”.

Según los organizadores del cónclave, en el que la presencia de la Isla se debe más que nada a la negativa de los países de la región y los jefes de Gobierno, al frente de los cuales recordamos al comandante Hugo Chávez y la hermana Venezuela, de continuar celebrándolas sin la asistencia de Cuba, el tema principal de la agenda será “Prosperidad con equidad: el desafío de Cooperación de las Américas”.

Algunos especialistas desde ya la vaticinan como una “Cumbre tormentosa”, no tanto por la presencia por primera vez de nuestro país, sino por las tensiones que provocan entre Venezuela y los Estados Unidos las sanciones del Gobierno norteamericano contra la revolución bolivariana y los denunciados planes golpistas contra el presidente Nicolás Maduro, de los cuales se han mostrado sobradas evidencias.

Abril está a las puertas, veremos entonces qué pasa.

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