CAMAGÜEY.- El emplazamiento ante la opinión pública mundial del canciller caribeño, Bruno Rodríguez Parrilla, ¿enojó al presidente norteamericano Donald Trump que ha tenido como respuesta, el silencio?

Podrá haber hablado cualquier otra cosa después del 16 de junio en Miami, referente a Cuba en tono amenazador de que reforzaría los castigos hacia este heroico pueblo, pero no ha dicho ninguna palabra que desmienta al máximo representante de la diplomacia de este verde caimán o confirme la autenticidad de los serios planteamientos, anunciados en la conferencia de prensa en Viena, Austria, ocurrida el 19 de junio.

No se que adjetivo escoger, si enfadado, enfurecido, irritado, cabreo, disgusto, exasperación, ira, rabia, furia o cólera para caracterizar al multimillonario que cree con el dinero que tiene, que no es poco, pueda comprar la conciencia y confundir a los habitantes de esta hermosa isla.

Parece que fueron tan fuertes los términos que utilizó Rodríguez Parrilla: “Cuba no realizará concesiones inherentes a su soberanía e independencia, no negociará sus principios ni aceptara condicionamiento” que Trump no se ha recuperado del golpe en la mandíbula, hablando en términos boxísticos.

Casi tres días, es más que suficiente tiempo para que el presidente de Estados Unidos y sus asesores buscaran en los archivos secretos la verdadera personalidad del terrorista detenido en 1995 en California, con un arsenal de armas para ejecutar actos violentos, incluso, estuvo asociado en un atentado contra el presidente Fidel Castro en 1997.

Se le están facilitando las fechas, para que resulte menos complicada la búsqueda, del que trató de infiltrarse en Cuba pertrechado de armas en 1994 y no diga Trump que no le han podido facilitar la identidad del autor de acciones terroristas y ataques piratas en el mar contra pescadores cubanos, entre 1972 y 1975.

Si los servicios de inteligencia suyos, señor Trump, son eficientes, no pueden pasarle gato por liebre de que no sepan del sargento torturador de la dictadura de Batista, cuya esposa estuvo también a su lado en el show del teatro que lleva el nombre del bochornoso Manuel Artime.

El marido de ella fue uno de los que financió la cadena de bombas contra instituciones turísticas en Cuba, que estallaron en 1997.

Me imagino que el texto de la conferencia de Bruno Rodríguez Parrilla lo hayan reproducido y llevado al buró del señor Trump en la Casa Blanca y que esté pensando el clase embarque que sus asesores y el propio senador Marco Rubio le asestaron y que no sabe como salir de él.

No podrá desmentir los contundentes argumentos del titular del exterior de Cuba y tendrá que asumir que en su primera carrera política le tomaron el pelo o es que detrás de ese silencio trama otros planes. Esperemos.