CAMAGÜEY.- Que yo sepa, James Comey no es el primer director del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos que resulta despedido de sus funciones, pero que este se entere por un programa de la televisión de su país que ha sido cesanteado, creo que nadie puede quitarle la primicia.

Según relata Rusia Tudey en uno de sus despachos, inicialmente Comey estimó que se trataba de una broma de mal gusto, pero después que lo convocaron a su despacho para darle la “buena nueva” y le leyeron por teléfono el texto de la carta de destitución firmada por el presidente Donald Trump, no le quedó otra alternativa que aceptar la dura realidad bajo la advertencia del Presidente de que no debía comentar acerca de las conversaciones sostenidas entre ambos.

Se dice que el exjefe del FBI no le confirmó a Trump que estaba bajo investigación en el caso de la supuesta participación rusa en la campaña presidencial de los Estados Unidos donde resultó derrotada la Clinton, por el partido Demócrata, ya que de haberlo hecho, hubiese faltado a normas del Buró que prohíben discutir con encartados en procesos investigativos.

Lo cierto es que la destitución de Comey ha desatado una tormenta política en las esferas gubernamentales y congresionales pues lo demócratas que ayer estigmatizaron al director del FBI cuando este, faltando solo unos días para las elecciones presidenciales, reveló que Hillary Clinton estaba siendo investigada por el uso de los ordenadores oficiales para asuntos privados, declaraciones que se estima influyeron en el resultado de los sufragios a favor de los republicanos, ahora acusan a Trump de haberlo despedido por las pesquisas que realizaba por los vínculos de este con los rusos.

A este fuego ha venido a echar leña el reciente encuentro del canciller ruso, Serguey Lavrov, con el Mandatario estadounidense, a puertas cerradas, aunque posteriormente se dieron a conocer algunos de los asuntos tratados, como es el caso de Siria y la lucha contra el terrorismo, sin hacer mención a la posible intervención del Kremlin en la campaña electoral norteamericana.

Dice el refrán que “más rápido se atrapa a un mentiroso que a un cojo” y ahora resulta que queriendo ocultar las verdaderas razones de la cesantía del director del FBI, las múltiples motivaciones ofrecidas por los distintos funcionarios de la Casa Blanca para justificar la decisión, han conducido a una nueva confrontación del Presidente con la prensa del país, a tal punto que ha amenazado con suspender las habituales conferencias de la Oficina Oval con los medios de prensa acreditados aquí conocidas como briefings (desayuno) y entregar las respuestas a las preguntas por escrito para el “bien de la precisión”.

Los voceros dijeron que la medida fue recomendada por el Fiscal General y su adjunto, los funcionarios de la presidencia que su Jefe hacía tiempo que pensaba despedirlo, Trump que la decisión la tomó “independiente”, y la portavoz de la Casa Blanca dijo que Comey “había perdido la confianza de los trabajadores de la agencia”, declaración que contradijo el director interino y que esta posteriormente trató de enmendar afirmando que había utilizado información “incompleta”.

Lo cierto de todo es que Comey “se va”, como se tuvo que ir el anterior Consejero de Seguridad, Michael Flyn, por sus supuestos vínculos con los rusos durante la campaña electoral, para evitar comprometer al Presidente, como se fue la directora interina de Justicia por oponerse a los decretos contra los inmigrantes y se irán todos los que de una manera u otra le hagan “sombra” al imprevisible inquilino de la Casa Blanca y su peculiar manera de ejercer la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica.