CAMAGÜEY.-  Tanto los diputados brasileños como los senadores que votaron a favor de aplicar el juicio político a la presidenta constitucional de ese país, Dilma Rousseff y consumar el golpe parlamentario y judicial que la destituyó, hará un año por estos días, parecen estar dispuestos a continuar montados en el carro del presidente de facto, Michel Temer, y le acaban de aprobar el proyecto de reforma laboral que le envió para su visto bueno legislativo.

La impopular medida, rechazada por las organizaciones sindicales y los movimientos sociales, como los “sin tierra”, que han convocado a una huelga general para el próximo 28 de abril, consideran que la flexibilización de la legislación laboral, lejos de proteger el empleo lo precariza.

La extensión de la “tercerización” a todas las actividades de las empresas, defendida por los patrones (empleo provisional sin beneficios de los que gozan los permanentes) puede ser prorrogada más allá del término establecido por la Ley, todo lo cual va en contra de los intereses de los trabajadores.

Tal medida es continuadora de otras, como la que limita los gastos públicos gubernamentales por 20 años, violadora de los derechos sociales inscriptos en la Constitución de la nación en 1988 y que han profundizado la crisis económica, política e institucional que hoy viven los brasileños.

La limitación de estos gastos públicos por dos décadas impedirá invertir en programas sociales unos 270 mil millones de dólares y en la rama de la salud otros 232 mil, todo lo cual impactará negativamente en el sistema de protección implantado anteriormente por el Estado y aumentará las desigualdades existentes entre las distintas capas poblacionales.

Cuando Temer asumió de facto la presidencia del país prometió encarrilar la economía, pero en realidad lo que implantó fue un programa neoliberal cuyas consecuencias no pudieron ser más nefastas para los brasileños, cuando 13,5 millones de ellos se han visto desempleados ( la más alta cifra histórica de los sin trabajo) y según proyecciones del mercado financiero el Producto Interno Bruto (PIB) para este año acusará a la baja 0,47 %, mientras el déficit fiscal rondará los 50 000 millones de dólares.

La “caja de Pandora” destapada por la llamada operación Lava Jato sigue causando estragos en las filas de los políticos brasileños al autorizar ahora la Corte Suprema la apertura de investigaciones contra 76 de ellos por desvíos millonarios, decisión fundamentada en las confesiones de funcionarios de la constructora transnacional Odebrecht, y que implican a 8 ministros de Temer, 29 senadores y 42 diputados. El propio Temer esta sujeto a un proceso por haber recibido 40 millones de dólares de origen “dudoso”, imputación que este se empeña en negar.

No es ocioso recordar que la acción de aplicar el impeachment surgió en la Cámara de Diputados bajó la presidencia de Eduardo Cunha, en un acto de venganza de este contra Dilma, el cual continuó siendo uno de sus principales propulsores, y que terminó condenado a 15 años de prisión por corrupción y evasión fiscal.

Claro que esta aprobación de la Cámara de Diputados y del Congreso a las propuestas del mandatario provisional, que si no lo sacan antes por corrupto estará allí hasta el próximo año, obedece a que los intereses de los legisladores continúan identificados con la política neoliberal de este, aunque parecen olvidar que en el 2018 se renovarán los 513 diputados de la Cámara Baja y dos tercios de los 81 senadores y hay que valorar bien, deberían pensar ellos, porque pueden estar poniendo en peligro su posible reelección con tal alineación.

Aliarse a la impopular medida que Temer le propuso aprobaran no constituye una decisión acertada, si tenemos en cuenta que por estos días solo un 5 % de los brasileños califican de positiva la gestión del mandatario, mientras el 68 la consideraban negativamente y un 28 la daban de regular.

Mientras, Luiz Inacio Lula da Silva, objeto de persecución judicial con la clara intención de inhabilitarlo para que no pueda aspirar a la presidencia el próximo año, ha ratificado su disposición a presentar su candidatura a la primera magistratura por el Partido de los Trabajadores (PT) por lo que en medio del caos reinante en la nación después del golpe parlamentario contra Dilma y la impopularidad de Temer y sus políticos seguidores, puede predecirse que las posibilidades de hacerse con la presidencia brasileña por el líder obrero, son bastante reales.

Seguiremos los acontecimientos.