CAMAGÜEY.- Más allá del antipopular sistema político U.S.A. que, contra viento y marea, le abrió las puertas de la Casa Blanca, Donald Trump, juega con el pragmatismo “ideal” de los estadounidenses, una suerte de extracto recalcitrante  (excentricismo-show ) de los antecesores presidenciales  al extremo que puede bailar tap sobre botones digitales atómicos.

Con superficial displicencia dirige los misiles hacia la “amenaza” Rusia camuflado en elogios  a  Vladimir Putin;  “negocia” con China,  y vestido de antiterrorista islámico arremete contra Siria, Iráno lanza el fiel perro U.S.A., Israel, al ataque pirata aéreo  contra la población siria… todo eso  hace sutilmente y lo que no se sabe aún, mientras centra la atención de los demás en muros  limítrofes y  escándalos internos, incluso contra republicanos de “su partido político”.

Trump  advirtió -ayer jueves- a sus congéneres republicanos, vacilantes ante la  ascendente impopularidad de su partido, que si no votan este viernes en el Congreso contra la reforma sanitaria Obamacare para erradicarla, seguirá el programa de mandato con o sin la vigencia de la reforma médica.

 El Obamacare: (The Patient Protection and Affordable Care Act (Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible), aprobada en el año 2010 por el primer exmandatario negro Barack Obama, beneficia a más de 22 millones de ciudadanos de los casi 50 millones de desprotegidos sanitarios en el país más rico  y  poderoso del mundo, que gasta billones y billones de dólares en guerras y armamentos bélicos, que sí es un sustancioso negocio universal.

Pero al actual multimillonario jefe U.S.A. qué le importa que se beneficien los más pobres y aunque el desmantelamiento de la reforma no es un hecho todavía “legal”, ha firmado distintas zancadillas que ya perjudican a unos 14 millones de estadounidenses que se favorecían con el Obamacare.

El versátil presidente Trump, no es un rebelde sin causa, la suya es el negocio, porque “business  are business “, solo que hay cosas muy sensibles en la “viña del señor” que no se compran ni se negocian, pero a la larga se pagan muy caro.