CAMAGÜEY.- Uno de los graves problemas que ha tenido el Gobierno del presidente Donald Trump ha sido la “filtración” de los asuntos que eran de su interés no salieran a la luz pública, como lo fue el caso de su asesor de Seguridad Nacional, Michael Flyn, cuyas conversaciones con funcionarios rusos fueron ampliamente divulgadas por los medios de difusión, escándalo que lo obligó a renunciar e hizo que el Mandatario echara “pestes” de los órganos de inteligencia a los que responsabilizó con los frecuentes “deslices” de esa naturaleza.

Hago toda esta historia porque parece haber ocurrido nuevamente una “filtración” de este tipo, si tenemos en cuenta el apresuramiento de Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), quien por segunda ocasión acaba de enviar al Consejo Permanente de esa organización, un panfleto de 75 páginas en que da un ultimátum a Venezuela para que celebre elecciones en un plazo de 30 días, o le aplicarán la Carta Democrática Interamericana para expulsarla de ese engendro al servicio de Washington.

Lo de la “filtración” le viene al caso, porque parece que Almagro se enteró con cierta antelación de la intención de Trump de reducir en un 50 % los fondos para la Oficina de Organizaciones Internacionales del Departamento de Estado mediante la cual se pagan las cuotas de Estados Unidos a la Organización de Naciones Unidas (ONU), la OEA y otros grupos internacionales y regionales. Como se recordará, al aumentar en 54 mil millones (10 %) el presupuesto para gastos militares, el Presidente se vio en la necesidad de reducir en un 37 % lo asignado a la secretaría que debe atender la diplomacia gubernamental.

En el caso de la OEA, Estados Unidos aporta 50 millones de dólares anuales a su presupuesto (la mayor contribución), seguido de Brasil con 11, y Canadá con nueve y cuotas, inferiores por el resto de las naciones miembros de la región.

Ya el pasado año la organización sufrió un recorte de un 12 %, por lo que estará operando con un presupuesto mínimo, y si ahora se produce otro recorte como el que seguramente vendrá si se aprueba lo propuesto por Trump al Congreso, prácticamente la OEA se verá imposibilitada de seguir actuando por falta de fondos.

Es aquí, en estas circunstancias, donde aparece el “pollo del arroz con pollo”, porque de lo que se trata es de demostrar que la OEA sirve para algo y no hay mejor forma de hacerlo que actuar como punta de lanza contra Venezuela, Gobierno que los Estados Unidos se ha propuesto derrocar por todos los medios a su alcance y contra el cual libran una verdadera guerra, en el plano económico, diplomático, a través de las transnacionales de la información, con campañas difamatorias contra sus principales dirigentes, tratando de desautorizarlos moralmente.

Está claro que por alguna vía le llegó a Almagro la propuesta de Trump, y ante el temor de quedarse sin empleo si desaparece la organización por falta de fondos, se lanzó contra la Revolución Bolivariana para tratar de hacer méritos que hagan recapacitar al belicoso Mandatario estadounidense.

Así, con poses napoleónicas y en sintonía con la campaña estadounidense acusa a Venezuela de estar gobernada por una narcodictadura “que debe ser repudiada por las democracias del hemisferio”, y recomienda su expulsión, salvo que en un plazo de 30 días convoque a elecciones, libere los presos políticos, valide las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional y anuladas por las autoridades competentes por inconstitucionales, elija un nuevo Consejo Electoral Nacional y nombre nuevos magistrados, y en fin que el Gobierno de Nicolás Maduro viola todos los artículos de la Carta Democrática Interamericana, la cual, como todos sabemos, se invoca selectivamente como en este caso, con claros matices oportunistas.

A Almagro, de nombre Luis, ya lo conocemos por su servilismo. Los cubanos le dimos un puntapié en el trasero cuando formó parte de una campaña difamatoria contra Cuba y pretendió entrar al país a recibir un inventado premio de alguna asalariada autotitulada “disidente”, junto a otros muy parecidos a él.

Por lo pronto, el Gobierno bolivariano desenmascaró la maniobra contrarrevolucionaria del sinuoso secretario de la OEA y se dispone a librar otra nueva batalla por la verdad en el seno de la organización en el caso de que esta sea convocada para debatir el apócrifo informe de Almagro.