CAMAGÜEY.- La carrera contra el reloj que mantienen en Ecuador las fuerzas políticas de la derecha neoliberal y las que representan la continuidad de la Revolución Ciudadana que está en el poder hace alrededor de diez años, llegará a su fin este 30 de marzo con el cierre de la campaña electoral para la segunda vuelta de los comicios presidenciales, que se celebrarán el próximo 2 de abril, en el cual se enfrentan el banquero Guillermo Lasso y Lenín Moreno por el Alianza PAIS.

Como se recordará, Moreno fue entre los ocho candidatos a ocupar el Palacio de Corondelet, el que mayor votación obtuvo el 19 de febrero, en primera vuelta, a solo medio punto del 40% del total de votos que exige la Constitución para declarar un vencedor y que además superaba en un 10% a su más cercano competidor, en este caso Guillermo Lasso que recibió el 28,39 de los sufragios.

En esta consulta de febrero fue aprobada por más del 50% de los votantes la propuesta de que los funcionarios públicos no podían tener cuentas bancarias en los paraísos fiscales, práctica que sustrae millonarias cifras libres de pagar impuestos por sus propietarios al fisco nacional. También en primera vuelta Alianza PAIS obtuvo una ligera mayoría de asambleísta de los 137 escaños que fueron puestos a discusión.

Durante la campaña electoral abierta para la segunda vuelta el 10 de marzo y hasta el 30 del propio mes, en medio de una feroz ofensiva propagandística de la derecha contra los candidatos oficiales Lenin Moreno y Jorge Glas, con acusaciones de corrupción, intenciones de fraudes, tendencias autoritaristas, mal manejo de la economía, cinco organizaciones políticas y sociales de los aspirantes presidenciales anunciaron ya su alianza con Guillermo Lasso para apoyarlo en las elecciones presidenciales del 2 de abril.

Dentro de estos partidos se encuentra el Social Cristiano, liderado por Cynthia Viteri, única mujer candidata, que fue la tercera más votada con el 16,28% en la primera vuelta, a la que siguieron los partidos Sociedad Patriótica, Acuerdo Nacional y otros con cifras menores.

Enarbolando como bandera el “Cambio”, fórmula que también esgrimió Macri en Argentina para hacerse con la presidencia gaucha, pero que lejos de resultar para el bien de los argentinos hasta ahora lo que ha significado el “cambio” ha sido para mal, con severo aumento de la pobreza, desempleo, inflación y decenas de otras calamidades, Guillermo Lasso no ha sido reacio en anunciar que hará recortes en los capítulos de educación, salud y otros programas sociales al tiempo que ha ratificado su decisión antiintegracionista latinoamericana y caribeña, si asume la presidencia, de sacar a Ecuador de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y de paso, también sacará a Julian Assange de la embajada en Gran Bretaña para entregárselo en bandeja al gobierno de los Estados Unidos.

Para algunos, que han hecho solo una suma numérica de los votos obtenidos por Lasso y los aspirantes de los restantes partidos en la primera vuelta, y que ahora apoyan su candidatura en la segunda, la victoria de la derecha está asegurada, aunque estaría por ver si todos los afiliados a cada uno de ellos, incluida la izquierda moderada, automáticamente darían su voto al candidato de Creando Oportunidades (CREO).

Otros confían en que a pesar de los embates sufridos por la economía ecuatoriana por los bajos precios del petróleo, la depreciación del dólar, que es su moneda nacional, los golpes de la naturaleza con los terremotos en las zonas norte del país, a un costo de miles de millones para el presupuesto nacional e impuestos adicionales para sufragarlos, no podrán borrar los diez años de fecunda creación de la Revolución Ciudadana, que dio prosperidad e independencia y soberanía a la nación, y que la desmemoria no podrá retrotraer al país a los oscuros tiempos del neoliberalismo y los gobiernos derechistas.

Para latinoamericanos y caribeños el triunfo de los candidatos oficiales de Alianza PAIS constituiría una victoria de la vocación integradora de nuestros pueblos y un importante paso en el fortalecimiento de la izquierda en la región, golpeada por el retroceso sufrido en Argentina, Brasil y el Perú.