CAMAGÜEY.- Desde 1992, cuando se decidió celebrar el 14 de marzo como Día de la Prensa , en honor a la aparición en 1892 del número inicial del periódico Patria, en Nueva York, obra fecunda de José Martí, es la primera vez que no tendremos físicamente a Fidel, quien atrapó la esencia de nuestra profesión, la convirtió en un estilo de reflexión y de búsqueda de intercambio con diferentes públicos sobre los más diversos temas, sin desaprovechar espacios para la denuncia de la naturaleza criminal del sistema imperialista.

Hoy Fidel está entre nosotros por la vigencia de su pensamiento, esclarecedor del papel de la prensa en la elevación de la moral, la preservación de los valores sagrados del pueblo y el enfrentamiento a las cosas mal hechas.

En el V Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) Fidel nos convocó a buscar la semilla escondida “ustedes hablan de crítica, por eso estoy en línea con ustedes, porque la crítica presupone vergüenza, porque si no existe vergüenza ¿para qué existirá la crítica?”.

Quienes participamos en ese foro gremial recordamos que dijo: “Prefiero los inconvenientes de las equivocaciones a los inconvenientes del silencio” y en ese escenario arremetió contra el síndrome del misterio, tendencia que con el tiempo disminuye, bajo la comprensión del Partido Comunista de Cuba y las instituciones estatales de que los periodistas mientras mejor informados estén pueden ejercer mejor su labor educativa, socializadora y formadora de conciencia.

Vocación, indagación, profundidad en los análisis y superación constante, son cualidades señaladas por Fidel que deben caracterizar a los periodistas para que la prensa revolucionaria “sea cada vez más importante, más decisiva, en la medida que nuestro pueblo sea –como decíamos-- cada vez más exigente”.

No dejó de mencionar que en la selección de los estudiantes de Periodismo debe tenerse en cuenta la vocación y, al mismo tiempo, que todos los dirigentes deben leer los periódicos, ver la televisión y oír la radio para enterarse de las cosas.

Fidel vio la crítica no como un látigo, si no como un análisis, una actividad constructiva para formar conciencia a todos, al Estado, a los funcionarios y a tener más información sobre los problemas que existan.

Las actuales y futuras generaciones de periodistas nos acercaremos cada día más a su legado si analizamos, criticamos, orientamos, siempre con el objetivo de educar en el desarrollo de la conciencia socialista, estando “alertas contra todo lo que perturbe la marcha de lo económico, en lo social, lo que contribuye a corromper”, subrayó Fidel.

Las oportunidades están abiertas para la especialización de los periodistas, pero sin perder de vista la necesidad de un periodismo integral que pueda hacer muchas tareas y con suficiente cultura y preparación para enfocar los problemas, sin desestimar las nuevas tecnologías de la informatización y siempre con el arma que Fidel mejor esgrimió: la verdad.