CAMAGÜEY.- Inmediatamente se corrió la noticia, “el gobierno comunista de La Habana”, “la dictadura” impide que el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) viaje a la Habana para recibir el Premio Payá, y detrás todo un andamiaje ya precocinado para acusar a la Isla de cuantas cosas pasen por la mente de estos “señores de la democracia”.

Este Premio es el invento mejor logrado del grupito de Rosa María, hija de Osvaldo Payá, quien hace unos años muriera en un accidente de tránsito y fuera presentado como un mártir y víctima de la violencia represiva del régimen. La Payá y los tres o cuatro gatos que la acompañan actúan bajo la cobertura de la falsa ong JuventudLAC, la famosa Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia que quedó huérfana en el IV Foro de Jóvenes de las Américas, cuando la derecha juvenil del continente intentó institucionalizarla dentro de la OEA y los cubanos, junto a otro grupo de jóvenes de izquierda que allí estábamos, logramos frustrar esas pretensiones.

En la misma Cumbre de Panamá se pretendía sentar a la mal llamada sociedad civil cubana con los representantes del Gobierno de la Isla y de esta reunión hacer un circo mediático, con las exigencias de “los luchadores por la democracia” al “régimen totalitario de Cuba".

Como no lo lograron, míster Luis Almagro tampoco pudo cumplir con la misión que tenía de legitimar la contrarrevolución cubana, o digámoslo en sus propios términos: la oposición, que por aquella época estaba desmoralizada al extremo por las filtraciones de Wikileaks y el cable del jefe de la entonces SINA, hoy embajada, donde reconocía la falta de protagonismo de la disidencia en las intenciones de subvertir el orden en Cuba.

Pero este señor tiene que cumplir su misión, si no, no cobra. Por ello la mejor ocasión para legitimarlos, imaginó el Secretario de la OEA, sería en Cuba. Recibiría el premio, que incluye una parte metálica, se reuniría con la sociedad civil y después debía ser recibido por altos funcionarios del gobierno, allí aprovecharía para trasladar las preocupaciones de los marginados. Bonito guion, funcional hasta para ganarse el Nobel de la Paz. Ya imagino el titular de los medios: “Secretario General de la OEA intercede por diferencias entre Gobierno cubano y la oposición”.

Para agrandar el show, Rosita Payá también había invitado al expresidente de México, Felipe Calderón, y la exministra de Educación de Chile, Mariana Aylwin, dos países verdaderamente democráticos. México exhibe con el número de desaparecidos más alto de la región, donde los tiros están “satos” en la calle, y para qué hablar de los 43 de Ayotzinapa. Por otro lado, Chile, con los estudiantes en la calle, exigiendo una educación pública y de calidad, y los carabineros dándoles palos y tirándoles gases lacrimógenos al más puro estilo pinochetista. Ilustrativos modelos de democracia a la americana, que definen muy bien lo que quieren para Cuba Rosita y sus amigos.

Tales propósitos de Almagro demuestran que la Organización de Estados Americanos sigue siendo, como dijera Roa, “el Ministerio de colonias yanquis”. Su actual Secretario llegó hasta ese cargo tras ser canciller del gran Pepe Mujica, aprovechando una época de cambio en el seno de la organización, donde los gobiernos progresistas, en ese momento mayoría, apostaron por él para cambiarla, y resultó todo lo contrario, Almagro es el mismo perro con otro collar.

Razón tenía Raúl cuando dijo que “a ese espacio Cuba no volvería jamás” y no se equivocó, pues una vez más se demuestra de parte de quién está. Los cubanos seguiremos apostando a espacios renovadores como la Celac, Caricom, Alba-TCP, y Almagro tendrá que irse pa'llá con sus shows.