CAMAGÜEY.- Leía hace una semana una especie de estadística en la cual se relacionaba la suma de días que transcurrieron antes de que un presidente electo de los Estados Unidos comenzara a ser cuestionado por el ejercicio de su mandato y desde Ronald Reagan para acá todos sobrepasaban los dos años, pero Donald Trump logró el rechazo a los siete días de instalarse en la Casa Blanca.

Tan sintomático resultado auguraba una estancia azarosa para el controvertido presidente al frente de la nación norteña, y en el primer mes transcurrido desde que asumiera el mando, no son pocos los “tropiezos” que ha tenido, si así puede llamárseles a los afrontados en el transcurso del nombramiento de su gabinete y sus primeros decretos ejecutivos, sobre todo los que bloqueaban temporalmente la entrada al país de refugiados y ciudadanos de siete países de mayoría musulmana y que fueron paralizados por un juez federal y ratificado por el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito, con sede en San Francisco (California) el que rechazó que el bloqueo a dicho veto pusiera en peligro el país, como argumenta el Gobierno.

En pie la puja entre la Casa Blanca y el Capitolio, no menos desafortunada ha sido la conformación del Gabinete si tenemos en cuenta los escándalos que envolvieron la renuncia de Michael Flyn como asesor de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, la cual se debió a que este informó de manera “imprecisa” al vicepresidente Mike Pence acerca de las conversaciones telefónicas que sostuvo con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak.

A esta renuncia se sumó la reticencia de senadores demócratas y republicanos a confirmar a Andrew Puzder para la Secretaría de Trabajo, para la que había sido nominado por Trump, por sus antecedentes negativos en su desempeño como empresario y el hecho de que mantuvo como empleada en su casa a una inmigrante indocumentada.

Otro asunto candente en la actualidad dentro de la actual Administración son las filtraciones de información confidencial a los medios de prensa, como la que motivó la renuncia del asesor de Seguridad Nacional, las cuales tienen muy disgustado al Presidente, quien ha llegado a acusar a las agencias de inteligencia federales de haberlas filtrado a dichos medios informativos.

La tensa situación entre las agencias de espionaje y el Gobierno ha motivado que estas vean con preocupación las intenciones de Trump de nombrar al multimillonario Stephen A. Feinberg, su cercano colaborador, para supervisar la actividad de los servicios de inteligencia, debido a que dicho individuo carece de experiencia en esa esfera.

Por lo tanto, mientras Trump insiste en sus decretos antiinmigrantes, en construir el muro en la frontera mexicana, en sus exabruptos contra la prensa, en su retórica de acercarse a Moscú, en sus intenciones proteccionistas y otros planes no menos tenebrosos, no son pocos lo que ya están concluyendo que tanto desaguisado solo puede obedecer a serios trastornos de personalidad.

Así, 35 sicólogos, siquiatras y trabajadores sociales acaban de enviar una carta al periódico The New York Times en la que muestran su preocupación por la “estabilidad emocional de Trump”, lo que en su opinión lo incapacita para servir de manera segura como Presidente.

Según los firmantes, Trump padece trastornos narcisistas de la personalidad, lo que lo lleva a comportarse con falta de empatía, grandiosidad, autoritarismo y necesidad de admiración constante.

Legisladores demócratas sumados a esta teoría de sicólogos y siquiatras se han pronunciado por, mediante la enmienda constitucional 25, se inhabilite al Presidente por incapacidad, determinación que se haría efectiva con consentimiento de los miembros del ejecutivo y los votos de los dos tercios del legislativo, todo lo que estaría por ver.

En lo que a los cubanos respecta, Donald Trump dio a conocer en su cuenta en Twitter la celebración de una cena con el senador cubanoamericano Marco Rubio y su “bella” esposa, este un enemigo declarado de la Revolución, velada en la que dijo el Presidente compartir “ ideas similares” a la de su invitado con respeto a Cuba.

Rubio, con otro senador republicano, Bob Menéndez, acaba de presentar un proyecto en el legislativo para que Cuba sea incluida nuevamente en una lista anual, de las tantas que elabora el Gobierno estadounidense, en la cual se titulariza a los países que colaboran con el tráfico de personas.