CAMAGÜEY.- Muchos piensan que no pudieron ser más “productivas” las dos primeras semanas de Donald Trump al frente de la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, si nos atenemos a la profusión de decretos firmados en este lapsus, todos ellos coherentes con las promesas hechas durante su campaña electoral.

Claro que este último decreto mediante el cual se prohíbe por noventa días la concesión de visas a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana ( Siria, Irán, Iraq, Libia, Somalia, Sudán y Yemen) ha levantado una ola de repudio, no solamente en las naciones aludidas sino incluso en los propios Estados Unidos, donde hasta gobernadores republicanos han repudiado la medida por considerarla discriminatoria e improcedente.

Desde el propio día de rubricada la prohibición en los aeropuertos estadounidenses quedaron varados decenas de viajeros procedentes de los países estigmatizados, en lo que se considera un primer paso para impedir la emigración de ese tipo de ciudadanos hacia la nación norteña.

Aunque una jueza federal dictó una orden para impedir que las personas retenidas en los aeropuertos fueran deportadas hacia las naciones de origen por estar considerados en el decreto firmado por Trump, gobiernos como el de Irán han declarado que actuarán en reciprocidad, distinguiendo entre el pueblo norteamericano y las acciones hostiles gubernamentales.

Desde luego que antes de este polémico decreto xenófobo que le costó el puesto a la fiscal general interina por oponerse a dicho engendro, ya Trump había firmado otros, como el que está dirigido a sacar a Estados Unidos del proceso de negociación del Tratado Transpacífico, con lo cual prácticamente paraliza esta asociación económica, rubricó también el de la construcción del muro fronterizo con México, que pretende que sea financiado por los aztecas y motivó la cancelación por Peña Nieto de su entrevista con él.

Otra orden ejecutiva que levantó mucha “roncha” interna fue la que revive la construcción de los oleoductos de Keystone y Dakota Access para transportar crudo desde Canadá, por sus consecuencias contaminantes para aguas y territorios de poblaciones nativas estadounidenses, así como la que pretende renegociar los términos del acuerdo comercial con México y Canadá, conocido como TELCAN.

Cuestionado históricamente por los republicanos, el seguro de salud conocido por Obamacare no pudo ser borrado de un plumazo por decreto, pero sí se le ordenó al Gobierno Federal que al cumplir sus mandatos y obligaciones sea “indulgente” para aliviar al Estado de sus costos.

Reducir y simplificar los impuestos a los ingresos personales y las utilidades corporativas, renegociar el acuerdo nuclear con Irán y analizar posibles nuevas sanciones, mover la embajada estadounidense de Tel Aviv para Jerusalén, en franco desacato a la autoridad palestina, traer de vuelta al país las fábricas automotrices y de otro tipo para generar empleo interno, trabajar con Rusia para combatir al Estado Islámico son igualmente intenciones y primeros pasos dados en estas dos semanas por el presidente Trump como parte de su agenda, en la que también recibió a la premier de Gran Bretaña, Theresa May como primera mandataria visitante en su mandato, y a la que prometió analizar futuros acuerdos comerciales entre ambas naciones.

Desde luego, este es solo el comienzo y nadie duda que lo “mejor” está por venir a pesar de que las convulsiones causadas tanto interna como externamente por los primeros decretos ejecutivos auguran una fuerte oposición a la vez que abren un compás de espera para ver qué rumbo toman los acontecimientos, sobre todo en la política proteccionista que Trump pretende implantar y que indudablemente tendrá una dislocante repercusión a escala universal.