CAMAGÜEY.- Casi junto al cumpleaños de Adelante, por estos días de enero, llegan los muchachos de la carrera de Periodismo a realizar sus prácticas preprofesionales en los medios. En el caso de los que empiezan, es el primer encuentro con la praxis periodística, luego de todo un semestre entre valores, noticias, titulares y lead.

Cinco años después de pasar por ese momento y ahora como profesional del medio, justo en los días que celebramos el aniversario 58 de este, el primer periódico creado por la Revolución, vienen a mi mente los recuerdos de cuando llegué a este órgano de prensa.

Desde ese primer momento que el entonces Jefe de Información, Pimentel, nos recibió en la recepción me sentí un verdadero periodista. Repartieron los tutores y a mí me tocó un muchacho joven, aparentemente serio y muy concentrado en lo que hacía: Valdivia, quien atiende la página deportiva y si mal no recuerdo la empresa Alimentaria.

Se acabó la tranquilidad en la redacción. Éramos seis inquietos muchachos con muchas ganas de hacer periodismo que no dejábamos concentrar a los profes Atiénzar, Sarmiento, María Delys, Cuqui... Aquí aprendí que las notas informativas no tenían que ser tan esquemáticas como me enseñaron en la Universidad, o que las entrevistas de ocho páginas eran impublicables en un periódico, pues una plana tiene solo 150 líneas y a veces hay que volverse mago para administrarlas.

Aún conservo el ejemplar en que por primera vez salió mi nombre firmando una noticia, con una aclaración entre paréntesis (Estudiante de Periodismo). Qué tiempos aquellos, debo confesar que varias veces me he sorprendido, después de graduado, firmando aún como estudiante.

Cuántas veces el matraquilloso Valdivia me viró  esa simple noticia sobre las actividades en Camagüey por el natalicio de José Martí y qué trabajo para ponerle título, y qué decir de la Esquina de las página deportiva, que me pusieron a redactar varias veces.

Mi primer cierre me sorprendió. Realmente yo me imaginaba algo más protocolar, con mayor ritualidad, pero no. Aquí comprendí el trabajo que se pasa para que Adelante llegue sin errores a las manos de los lectores. En el departamento de Diseño se leen y se releen los materiales; Carmita y Oriel son dos detectives cazando gazapos, mientras el profe Bonet siempre está en los detalles del diseño.

Yo no quería irme, era de los primeros en llegar y de los últimos en marcharme. En esas tres semanas, Adelante se convirtió en mi casa y así me sentí. Luego, sin estar de prácticas, volvía una y otra vez, porque ese colectivo me enseñó a amar el periodismo y me demostró que no me había equivocado en la selección de mi carrera, eso era lo que yo quería estudiar y cada vez que tenía un chance iba a dar a Cisneros # 306 entre Ignacio Agramonte y General Gómez.

Por ello, cuando debí seleccionar dónde quería trabajar luego de graduado, no lo dudé y pedí que me ubicaran en Adelante, el mismo colectivo que hace cinco años me abrió las puertas para nunca cerrarlas. Ahora estoy orgulloso de formar parte de un staff que ha contado la Revolución a través de sus páginas desde el profe Labrada, el decano del periodismo en Camagüey, hasta los más nuevos.

Por ahora solo me resta esperar a los muchachos que este enero realizarán sus prácticas para enamorarlos de su carrera, como un día me hicieron a mí y a mis compañeros cuando llegué a Adelante.