CAMAGÜEY.- La Asamblea Nacional (AN) venezolana de mayoría opositora, que fue uno de los factores desestabilizadores que enfrentó el presidente Nicolás Maduro durante el 2016, está en total “bancarrota” e incumplió la meta que se trazó en medio de su euforia triunfalista cuando después de constituida, su presidente, Henry Ramos Allup, anunció que echaría del poder al Gobierno chavista en un lapso de seis meses, pero este, sin embargo, arriba al 2017 invicto y mucho más fortalecido.

Obcecada en su soberbia, la AN se creyó omnipotente y pretendió ignorar al resto de los poderes constitucionales, y lejos de legislar en beneficio del pueblo, sus sesiones estuvieron dirigidas a contrarrestar las decisiones gubernamentales y de otras instituciones, como la Comisión Nacional Electoral, pretendiendo ignorar sus normas para los procesos revocatorios y desconociendo las disposiciones del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que le ordenó no investir a tres diputados que estaban cuestionados por fraudes en la región de la Amazonía, orden que fue desoída y que le valió ser declarada en desacato, por lo que sus acuerdos de hecho son nulos.

En un proceso de total descomposición, con unas 34 sesiones suspendidas por falta de quórum por ausencia de sus propios diputados opositores, por pugnas entre los casi veinte partidos que están representados en su fuero, la AN acaba de realizar un proceso eleccionario para nombrar nueva directiva, en este caso como presidente al político tradicional y golpista por más señas, Julio Borges del partido Primero Justicia, que sustituye a Henry Ramos Allup en el cargo y que como ocurre con todos los acuerdos que tome mientras esté en desacato, no tienen validez constitucional.    

 Pero Maduro no solo resistió y desmanteló todas las iniciativas contrarrevolucionarias de la AN y enfrentó con valentía e inteligencia la orden ejecutiva del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declarando a Venezuela “una extraordinaria amenaza para la seguridad nacional y la política exterior de ese país”, conjurando el peligro real que ello significó el pasado año, aunque todavía está latiente, sino que también utilizó el prestigio y la autoridad de la nación como productora de hidrocarburos, para lograr un acuerdo de la Organización de Exportadores de Petróleo (OPEP) para reducir las cifras de producción y estabilizar los precios del hidrocarburo a escala mundial, efecto que ya comienza a sentirse en el costo de la tonelada del combustible fósil.

La guerra económica y la elevación del consumo alimentario como consecuencia de la política del gobierno de favorecer a la población más vulnerable con precios diferenciados fueron elementos que provocaron un desabastecimiento de los productos de primera necesidad, todo ello agravado por la “exportación” clandestina hacia Colombia y Brasil de las mercancías subvencionadas para ser vendidas a precios el doble o el triple de los comprados, además de la especulación y el sabotaje contrarrevolucionario.

A todo ello ha respondido el Gobierno de Maduro creando mecanismos favorecedores de una distribución más racional y efectiva, cambiando los métodos de dependencia rentista del petróleo por una de productores, sobre todo a nivel de comuna y subvencionando no los productos sino a la población más vulnerable, lo cual asesta un golpe a los especuladores y traficantes.

En medio de esta batalla sin cuartel contra la Revolución Bolivariana, en la que se unen oligarquía nacional y fuerzas imperialistas, el Gobierno de Nicolás Maduro impulsa una política de diálogo con las fuerzas opositoras para lograr un clima de paz en el que puedan negociar las diferencias, que si bien hasta ahora no ha logrado el objetivo deseado, no podrá decirse que es por falta de voluntad de las autoridades chavistas.

Mientras la obra económica avanza, del presupuesto de la nación se dedica a la inversión social el 71,4 %, digamos que en la Misión Barrio Adentro, por citar este ejemplo, se realizaron más de 800 millones de consultas médicas y se salvaron a todo lo largo y ancho del país más de un millón y medio de vidas; se han formado unos 25 000 médicos venezolanos, y otros 30 000 se graduarán este año, el 90 de los jubilados cuenta con seguridad social, en el 2016 se entregaron 400 000 viviendas que con las anteriores suman más de un millón.

Para comenzar el 2017, el presidente Maduro consideró oportuno realizar una renovación de su Gabinete, inyectando sangre joven y profesional en un grupo de ministerios, lo cual seguramente contribuirá a dinamizar las políticas económicas y sociales de la Revolución Bolivariana.

Lo cierto es que en el 2016 se estrellaron contra la voluntad de resistir y avanzar del pueblo venezolano y la capacidad e inteligencia de sus conductores en la unión indestructible cívico-militar que Maduro ha logrado forjar, todas las maniobras oligárquicas y del imperialismo norteamericano por destruir el proceso emancipador chavista, que continúa impetuoso hacia adelante para consolidar los sueños de su fundador, comandante Hugo Rafael Chávez Frías.