CAMAGÜEY.- Dice el refrán, no se de que nacionalidad, “que al que no quiere caldo se le dan tres tazas” y esto es lo que acaba de hacer en Nicaragua el comandante Daniel Ortega Saavedra a sus opositores, al ganar por tercera vez consecutiva la presidencia de ese país centroamericano, acompañado de Rosario Murillo, su esposa, como vicepresidenta.

Escrutados el 99,8 % de los sufragios, Ortega obtuvo el 72,5 por ciento de los votos válidos, comicios que tuvieron una participación popular del 68,2 de los votantes convocados, superando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ampliamente a los demás partidos que tomaron parte en la contienda electoral.

La indiscutible victoria del FSLN es el resultado fehaciente de una gestión gubernamental que ha venido fortaleciendo en los últimos 10 años su labor en beneficio del pueblo nicaragüense que hoy exhibe no pocos logros en el ámbito social y económico, que se reflejan en los indicadores de salud, que es gratuita al igual que la educación, y en el estado de bienestar en general al lograr reducir los índices de pobreza de un 42,5 % a un 29,6 en la actualidad.

Téngase en cuenta que Nicaragua, con alrededor de un 5 % de crecimiento de su producto interno bruto (PIB), es el segundo país del área que mayor indicador de este tipo presenta en los últimos años, lo cual se refleja en el resto de sus actividades económicas y la posibilidad de una mejor distribución de la riqueza producida por la voluntad del Gobierno del FSLN.

Cuando hablaba de las “tres tazas a los que no quieren caldo” me refería específicamente a la derecha anticubana de Miami, liderados por la congresista estadounidense Ileana Ross Lethinen y comparsa, que como se sabe, se alía a las causas más reaccionarias en la región, y también en esta ocasión se unieron a la oligarquía nicaragüense en la conspiración neoliberal para torpedear la candidatura de Ortega a la presidencia y la Murillo a la vicepresidencia de la nación centroamericana, para lo que habían tomado como base de operaciones a Costa Rica y la fundación Arnulfo Arias, el mal habido premio Nobel de la Paz.

Además de levantar las banderas contra el proyectado canal interoceánico y sus supuestos daños al medioambiente, las acusaciones de falta de transparencia electoral, inseguridad ciudadana, corrupción gubernamental, existencia de “dinastía”, etc. no pocas han sido las gestiones de la oposición para lograr que el Congreso norteamericano actúe ante los organismos económicos internacionales, como el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo, para privar de créditos a Nicaragua y así entorpecer su crecimiento económico.

No obstante, el resultado electoral alcanzado por el FSLN, que también obtuvo la mayoría de los diputados electos en los comicios, es la mayor prueba de que los malévolos planes de la oposición oligárquicas y sus mentores se han frustrado hasta ahora y que con su aval guerrillero y su labor a favor del pueblo y su soberanía e independencia antiimperialista Daniel Ortega y Rosario Murillo representan hoy la mayoritaria fuerza política en Nicaragua .

Este triunfo nicaragüense mereció el saludo y el reconocimiento de las fuerzas progresistas y revolucionarias de la región, expresados en sinceros mensajes de felicitación de gobiernos, organizaciones y personalidades latinoamericanas y caribeñas, como el de Cuba y el de Venezuela, que rubricados estos últimos por los presidentes Raúl Castro y Nicolás Maduro, respectivamente, manifestaron su satisfacción por la victoria de Ortega y la Murillo y del Frente Sandinista de Liberación Nacional.