CAMAGÜEY.- Aunque Henry Ramos Allup, el opositor presidente de la Asamblea Nacional venezolana anunció la suspensión de la marcha sobre el Palacio de Miraflores que debió acontecer el 3 de noviembre pasado, para comunicarle a Nicolás Maduro que estaba “destituido”, decisión tomada supuestamente a tono con el nuevo escenario de diálogo entre el gobierno y la Mesa de Unidad Democrática (MUD), todo el mundo sabe que ni siquiera iban a poder entrar al municipio Libertador, paso obligado para llegar a la sede ejecutiva y además, se encontrarían con una muralla de pueblo chavista imposible de flanquear, como la que recorrió este jueves las calles de Caracas.

La realidad de lo que le está pasando a la oposición es que todos los intentos de derrocar al chavismo del poder han fracasado, comenzando por el resultado de la violencia de las guarismas de abril del 2014 que se volvió contra los promotores y los ejecutores, que están pagando por las víctimas que causaron, que las esperanzas depositadas en el revocatorio presidencial se le fueron a bolina, porque si depusieran a Maduro el año entrante, quedaría el vicepresidente Aristóbulos, que las marchas para “tomar” Caracas se frustraron, y ahora el supuesto “golpe parlamentario” a la usanza de los golpistas brasileños, murió al nacer, porque la Constitución en vigor no lo contempla, y porque les faltó fuerzas para exigirlo, y lo que es peor, la guerra económica contra el pueblo venezolano, la están perdiendo.

Asidos circunstancialmente a la mayoría parlamentaria, la reacción oligárquica con el apoyo exterior, se ha dedicado solo a tratar de derrotar la revolución bolivariana y en su agenda ni por casualidad se ha promovido una sola medida que contribuya a mejorar las condiciones de vida de la población, sino muy por el contrario, a lo que han apostado es a revertir todos los beneficios sociales, económicos y de soberanía y dignidad que el chavismo le proporcionó durante 17 años de gobierno.

Sentarse a negociar parece la única alternativa para la oposición si quiere sobrevivir como opción política dentro del proceso revolucionario bolivariano, y comprometerse a trabajar por el logro de la paz y la prosperidad de los venezolanos, que debieran ser los únicos objetivos a alcanzar, siempre dentro de la agenda gubernamental y hasta ahora nunca dentro de la MUD.

Las cuatro mesas de diálogo, surgidas del acuerdo inicial, tratarán los asuntos prioritarios para cada uno de los negociadores, por lo que la primera analizará lo relacionado con la paz, el respeto al Estado de Derecho y la soberanía nacional, la segunda se ocupará de la Verdad, justicia, derechos humanos, reparación de víctimas y reconciliación, la tercera se centrará en la economía y lo social y la cuarta valorará la generación de un clima de confianza, así como el cronograma del revocatorio y la institucionalidad electoral, acorde con las pautas previstas por la Constitución.

Cada una de comisiones será moderada por los mediadores internacionales, los expresidentes de España, República Dominicana, Panamá y la representación del Vaticano, los cuales volverán a reunirse el 11 de noviembre con las partes para darles a conocer la marcha del proceso negociador.

Por lo temas de la agenda de cada una de las mesas se infiere la complejidad de los asuntos a examinar y los intereses que habrán de tratarse de conciliar, algunos tan peliagudos como el de los titulados “presos políticos”, todo lo cual dependerá de la voluntad negociadora de las partes y sobretodo de los deseos sinceros de llegar a acuerdos que pongan en primer lugar la satisfacción de las necesidades de la población y el fin del clima de tensión en el que ha vivido la nación hasta estos momentos.

La voluntad de alcanzar la paz y la concordia entre todos los venezolanos, ha sido demostrada en más de una ocasión por el gobierno chavista, la de los partidos integrados en la MUD está por demostrar, aunque la asistencia al diálogo con la excepción del partido Voluntad Popular, de Leopoldo López, el instigador de las guarimbas, es ya una buena señal. Esperemos.