CAMAGÜEY.- Me llamó la atención sobremanera esta frase que llena el ciberespacio en la semana actual, y rezará hasta el 18 de septiembre, denominada del bienestar, algo tradicional desde el 2011, esta vez bajo el concepto: Todos por la salud: ¡apura el paso!

Expertos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) insisten en temas prioritarios de salud pública, como la diabetes mellitus, y no por gusto en el Día Mundial de la Salud, en el pasado abril, reforzaron los mensajes educativos para combatirla, pues es esta una enfermedad no transmisible que afecta a millones de personas en el mundo.

Junto a este problema de salud, del que Cuba no está exenta, ni Camagüey como provincia, durante estos días se pretenden reforzar otros tópicos relacionados como educar y promover en la población una alimentación saludable aparejada a la actividad física. Una persona obesa, sedentaria y con una alimentación, quizá sabrosa a su paladar, pero rica en sal, grasa y comida chatarra, es evidente que en algún momento comenzará a padecer de diabetes mellitus unos, y de diversas complicaciones otros.

Otra necesidad obvia responde al llamado de reducir el estrés y aunque un especialista avezado en el tema me comentaba hace muy poco que quien no lo siente es porque no vive, la actual jornada se inclina hacia el vinculado con el trabajo, por lo tanto se asegura que ese fenómeno dentro de un centro laboral y los problemas de salud mental en este, constituye un reto colectivo y, por supuesto, si quienes en su sitio de trabajo están afectados, también repercute, y para mal, en la productividad.

Foto:Otilio Rivero Delgado/Adelante/ArchivoFoto:Otilio Rivero Delgado/Adelante/Archivo

Se ha comprobado, además, que son muchos los casos con estrés producto del entorno laboral que traspasan esas fronteras y daña la vida familiar y comunitaria. Aquí radica el llamado de los especialistas de promover los centros de trabajo saludables, siempre bajo el precepto de que prime el respeto y trato afectivo. Donde la carta de presentación sea la ética, habrá un camino andado en este sentido.

Sacar a la luz qué necesitan los discapacitados, cómo deben ser tratados y reconocer su igualdad al lado de cualquier otro es vital. En Cuba sobran razones y ejemplos concretos acerca de que esa capacidad de atraer, de abrazar, de amar, no es aislada porque son practicadas estrategias incitadas, apoyadas y con la colaboración del Estado, precisamente por ser esta una sociedad con principios inclusivos.

Según datos de la Organización de la Salud (OMS), se estima que más de mil millones de personas viven con alguna discapacidad en el mundo, o sea, el 15 % de la población del orbe.

Más que una semana de celebraciones, acciones o como se les llame, deben ser estos propósitos del día a día. Orientar, educar, promover hacia un adecuado comportamiento en las dietas, los ejercicios físicos, cómo deben ser las relaciones humanas, no olvidar palabras claves como: buenos días, gracias, ¿cómo está?...que desestresan por sí solas.

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Provocar que nuestros hijos jueguen como niños para que socialicen, hagan amigos, se respeten entre sí, no piensen tanto en lo banal y se preocupen por formarse, estudiar y mantener las aspiraciones de ser alguien, ya sea desde el punto de vista profesional como el de un trabajador por simple que parezca, pero con una vida basada en la honestidad, sentido de pertenencia hacia lo que hace y, sobre todo, con el ejemplo en casa. No es bueno hacer lo que decimos no deben hacer.

Cuando la educación es de cuna, como decían nuestros abuelos, se apoya en principios sólidos, crecen las posibilidades de formar familias funcionales y estas, a su vez, traspasan ese umbral para depositar esas semillas en la sociedad toda.

Celebro la Semana del bienestar, y abogo porque continúen, de la misma manera que creo, debe hacerse hincapié y quede instalado su objetivo en el cerebro de todos y llegue a convertirse en regla, no en la excepción dentro de un año. Así, ese paso apurado cogerá su ritmo y llegaremos a decir un día: ¡Mantengamos el paso!