Las banderas fundacionales de la unidad, la solidaridad y la lucha antiimperialista ondean todavía, con despliegue visible, en las vísperas del aniversario 50 de la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE).

Y continuarán así, han confirmado sus dirigentes de hoy, porque tales empeños responden igualmente a imperativos de estos tiempos, que muchos gustan presentar como distintos o demasiado lejanos a los del 11 de agosto de 1966, fecha del nacimiento de la OCLAE en La Habana.

¿Será? Ciertamente, la OCLAE nació en una época transformadora, de duro trabajo y a la vez muy hermosa del acontecer nacional, del contexto regional y hasta del orbe.

La Revolución Cubana llevaba adelante su programa justiciero, con profundidad y humanismo, a pesar de la hostilidad y agresiones del Imperio. A contrapelo de los esfuerzos por aislarla, la Isla de la Libertad comenzaba a ser faro moral de América y de toda causa justa en el mundo.

Corrían los días de la llamada década prodigiosa, “los felices 60”. Resonaban por doquier aquellas creaciones de una música maravillosa y “epataban” otras corrientes del arte que parecían entroncar con el Universo.

Una suerte de parto de la Era en la cual la osadía juvenil avanzaba, se movilizaba y estallaba en muchas partes y de las formas más inimaginables, derrumbando esquemas, tabúes sociales, desafiando políticas, a la vieja moral. Se enarbolaron nuevas banderas revolucionarias, se condenaba la sinrazón de las guerras y el orden injusto del hegemonismo de las potencias.

No fue alegre y luminosa por la diversión que también la acompañaba, legítimamente, sino por su carácter liberador.

Hubo luces y sombras. Una época en la que también los reaccionarios respondieron con barbarie, causando dolor. Pero fue enriquecedora. Algunos la consideraron una edad en que la conciencia social del mundo cambiaba, para mejor.

Muchos movimientos libertarios, de emancipación y de combate al colonialismo ganaron terreno, junto a la lucha contra la discriminación racial y derechos civiles de las minorías, de las mujeres, se revitalizaron.

A grandes rasgos, ese era el entorno en tiempos en que se creó la organización estudiantil, a iniciativa del líder de la Revolución Cubana Fidel Castro.

Actualmente, la OCLAE representa a 36 federaciones en la región, e incluye organizaciones del Movimiento Secundarista, Universitario y Posgraduado de 24 países del continente americano con más de 100 millones de miembros.

Fiel a su tiempo, con muchas causas justas en la mira, anda la OCLAE. Heredera de la tradición de lucha y combate de los movimientos y organizaciones estudiantiles nacionales, la OCLAE sigue necesitando de la unidad y la solidaridad en su reclamo permanente por la mejoría de la calidad de la educación pública, secundaria y universitaria, en la mayoría de los países del continente.

Esta legendaria organización está de fiesta por estos días.

Heidy Laura Villuendas Ortega, quien en nombre de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de Cuba preside la Oclae, afirmó que los días previos al jubileo contarán con la participación del pueblo.

La celebración principal, naturalmente, será en La Habana, lugar donde vino a la vida esta entidad que se actualiza y responde a su tiempo, sin dejar de ser fiel a su historia.

El pasado julio, un reconocimiento especial recibió la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (Oclae) durante el 64 Consejo Nacional de Entidades Generales de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) de Brasil. No queda más que felicitar a esta entidad, que sigue haciendo historia, joven y renovada, en su media rueda.