CAMAGÜEY.- En diversas oportunidades, he compartido con mis lectores la temática que presento. Por ejemplo, hace quince meses abordé Cuba: Partido dirigente y Democracia, movido por una necesidad de contrapunteo antagónico. Ahora, al retomar el asunto, encuentro pertinente delimitar los contornos del concepto a utilizar y definir su operacionalidad.

Preciso que entiendo por Democracia al proceso que tiene como punto óptico procurar y/o sostener el Poder político por parte de las masas populares en contra de las minorías que oprimen y discriminan en diversas esferas de la sociedad (económica, cultural…) y/o pretende reestablecer el avasallamiento y la exclusión de las mayorías.

Me refiero al mismo proceso que está conducido por una Vanguardia surgida de las entrañas del ciudadano nacional y, al propio tiempo, exhibe una postura/contacto directo y sistemático con las personas, en aras de conjuntamente satisfacer sus necesidades materiales y espirituales; y que su concreción tiene un eje central que significo a continuación:

Resalto estar en presencia del proceso que incluye la búsqueda constante del mejoramiento humano a través de la edificación del consenso entre los sujetos participantes/decisores del acontecer fundamental de la nación, en la perspectiva de las diferentes manifestaciones de lucha de clases y de acuerdo con el contexto en que se desarrolla dicho proceso.

O sea, Democracia es el Poder del pueblo —a tono con su etimología. Es la brújula que utilizamos para perfeccionar la construcción del Socialismo en Cuba.

Acepto, empero, que estamos distantes de lo mejor que ha de hacerse en este orden de ideas. Tengo como percepción indeclinable que en la Mayor de las Antillas estamos lejos de asumir las tantísimas enseñanzas que engloba el concepto de Revolución manifestado por Fidel Castro el 1ro. de Mayo de 2000, sobre todo lo que concierne al “sentido del momento histórico” y a “cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Hace unos días firmé Cuba: Certidumbre e insatisfacciones.

No obstante, al examinar qué acontece en la dinámica del sistema ideo-político y económico-social del Occidente encabezado por la Casa Blanca que tanto nos cacarea las “bondades” de su modelo de democracia, no puedo/debo menos que aplaudir que hemos de seguir caminando con pies propios. Careció de casualidad que a finales de Diciembre de 2013 subscribí que en el mundo urge otra estructura —al margen de la tesis de que en el Caimán Verde todo es color de rosa.

Reitero, pues, lo que redacté en Cuba: su pueblo está empoderado e igualmente el contenido de Cuba: propuestas a un documento de su Partido dirigente.

Mas, sin ánimo de ser absoluto, pienso que despejamos obstáculos ajustándonos a la citada operacionalidad de Democracia que seguramente será enriquecida con el debate actual sobre la Conceptualización del modelo socialista cubano y el Plan de desarrollo hasta el 2030, documentos emanados del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba; al paso que asumo como propias las palabras pronunciadas por el José Ramón Machado Ventura en el acto central por el Aniversario 63 del Moncada.

Considero, en síntesis, que el grueso de cubanos queremos seguir divorciados de la usanza que Washington y sus acólitos pretenden reimplantar en este archipiélago, y apostamos por el camino hacia la plena Dignidad humana; al tiempo que la mayoría del pueblo encaramos con Júbilo este 26 de Julio, Día de la Rebeldía Nacional, y los 90 años que el próximo 13 de Agosto cumplirá el Líder Histórico de la Revolución Cubana, el mismo Fidel que brilla infinitamente. Tal es la Democracia, a nuestra manera.