CAMAGÜEY.- Después de concluidas las respectivas convenciones republicana y demócrata, donde fueron ratificados como candidatos oficiales Donald Trump e Hillary Clinton, se desata la carrera hacia la Casa Blanca con ataques e improperios entre ellos, como ocurre habitualmente en los procesos electorales presidenciales en los Estados Unidos, y que tendrá su definición el próximo 8 de noviembre.

Aunque las convenciones no estuvieron exentas de su carácter farandulero, no faltaron sucesos que las matizaron en exceso, como el plagio de la esposa de Trump del discurso pronunciado por Michelle Obama en la convención del 2008, cuando su esposo Barack fue nominado por los demócratas como candidato, además de otros contratiempos de menor repercusión.

A Hillary le tocó nada menos que las revelaciones hechas por Wikileaks acerca de la parcialización del Comité Nacional Demócrata ( DNC) a favor de la candidatura de la Clinton en detrimento del otro aspirante de ese partido, Bernie Sanders y que le costó el cargo a Debbie Wasserman Schultz, la presidenta de dicho comité.

Por cierto, que ahora Hillary ha roto lanzas contra la inteligencia rusa a quien acusa de haber hackeado los ordenadores del partido para extraer las informaciones que comprometieron a la alta dirección del DNC con su preferencia hacia ella, en un manejo calificado de sucio en las elecciones primarias, imputación que Moscú ha desestimado por considerarla incierta.

Pero bien, después del cariñoso abrazo de Obama y los discursos de destacadas personalidades del partido y estrellas del mundo del arte, los partidarios demócratas han elevado su estima por la Clinton, primera mujer candidata a la presidencia del país, al punto que según las últimas encuestas aventaja en unos 7 puntos la preferencia de votos sobre Trump, al que por cierto, la esposa continúa dándole dolores de cabeza al publicar The New York Post fotos de ella desnuda, como la mamá la trajo al mundo.

Para latinoamericanos y caribeños no hubo, ni en los discursos ni en la plataforma aprobada por cada partido nada que denote que estamos dentro de sus prioridades, aunque esto no quiere decir que el candidato ya electo como presidente esté obligado a seguir los postulados de dicha plataforma al pie de la letra.

Lo que se avizora es que si ganan los demócratas, la Clinton continuará la política llevada adelante por Obama hasta ahora, proseguirá las presiones contra Venezuela, la ofensiva neoliberal en la región y en cuanto a Cuba seguirá demandando el fin del bloqueo “porque no podemos volver atrás con una política fallida” al tiempo que promoverá el fin de la prohibición de que los estadounidenses viajen libremente a la Isla y las empresas puedan comerciar sin límites con sus similares de la nación caribeña.

Aunque en la convención republicana apenas se mencionó la región latinoamericana, a no ser Trump con la construcción del muro a lo largo de la frontera mexicana y sus conocidas posiciones en relación con la inmigración hispana, la plataforma del partido si dedica párrafos a Cuba en los que patentiza sus objetivos de derrocar al régimen revolucionario cubano, apoyo moral y material a lo que ellos llaman la “oposición” interna, a la continuidad de las trasmisiones de la mal llamada Radio Martí y otras “linduras”, y no faltaron Ted Cruz y Marco Rubio, los aspirantes derrotados en la carrera por la nominación como candidatos, que centraron sus intervenciones en la política de hostilidad contra Cuba, abogaron por el mantenimiento del bloqueo y en caso de un triunfo republicano, dar marcha atrás a los acuerdos tomados entre las dos naciones a partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas.

En declaraciones más recientes a preguntas de los reporteros Trump dijo que no creía que era el momento para construir un hotel en la Isla, aunque se sabe que ejecutivos de sus empresas han viajado aquí explorando posibilidades de inversión en el sector turístico ( por lo cual lo acusan de violador del bloqueo) y en relación con el presidente Raúl Castro y la posibilidad de una entrevista con él, dijo que pensaba que era alguien con quien se podía conversar.

Así las cosas, el escenario está listo para el inicio de los debates televisivos entre los candidatos, durante los cuales entre dentelladas cada cual tratará de decir las peores cosas del oponente y casi nada hablarán de la necesidad de un cambio a favor del 99% de los estadounidenses más vulnerables, y los “especialistas” abundarán en quien quedó mejor o peor en tales encuentros, pero lo real es que el creciente deterioro del sistema electoral norteamericano ya no convence a los electores y la tradicionalidad de los dos partidos aspirantes quedó mal parada con el notable ascenso del discurso “socialista” de Bernie Sanders, que mantuvo en jaque a Hillary durante todas elecciones primarias.

El hecho de que Donald Trump haya llegado hasta aquí en medio de los exabruptos más ofensivos y los pronunciamientos más descabellados en política tanto interna como externa y que la Clinton se haya sobrepuesto a los escándalos del uso de los correos electrónicos privados en asuntos estatales, demuestran el desinterés de los electores en quien será el futuro presidente (a) de nación norteamericana.