Camagüey.- Constituye de hecho un hito histórico en los procesos electorales de los Estados Unidos de Norteamérica, que Hillary Clinton sea la primera mujer nominada como candidata a la presidencia, por haber alcanzado y superado los 2 383 delegados requeridos en las elecciones primarias que están por concluir en ese país. 

Ninguno de los 44 presidentes nominados y elegidos en la nación norteña a lo largo de sus dos siglos de existencia fueron del género femenino, y solo hubo entre ellos un negro, en este caso Barack Obama como afronorteamericano y un católico, donde la gran mayoría de los ciudadanos profesan religiones protestantes.

Clinton, con 68 años de edad y casi cuatro décadas en las lides políticas, senadora por Nueva York, precandidata a la presidencia cuando Obama resultó nominado en el 2008, y elegido como presidente, Secretaria de Estado nombrada por éste, dejó en el camino de la aspirantura por el Partido Demócrata a Bernie Sanders, a quien muchos apodan el “socialista” por el programa enarbolado durante su campaña electoral.

De Hillary se dice que tiene dificultad para entusiasmar a los posibles electores, sin embargo, según los datos computados sobrepasó a Bernie en más de 3,5 millones de votos en las primarias celebradas hasta ahora ( acumula 2 777 delegados), y aunque su contrincante se había negado a retirarse como aspirante hasta tanto se celebre la convención del partido entre los días 25 y 28 de julio próximo en Pensilvania, todo hace pensar que en ese evento será oficializada su candidatura para las elecciones presidenciales del 8 de noviembre del actual 2016.

Ahora, en lo que todos coinciden es en señalarla como la candidata del stablishment ( del sistema) y muchos piensan que su reformismo es el camino ideal para resolver los problemas del país, frente a los discursos apocalípticos de Donald Trump y Bernie Sanders, cada cual con vertientes totalmente opuestas, aunque algunos han tratado de identificarlos para el momento de enfrentar a la Clinton.

De todas formas, a pesar de que Clinton tiene amplio apoyo entre las mujeres, los hispanos, y los afronorteamericanos, la nomenclatura del Partido Demócrata está consciente de que les hacen falta los millones de votos de los que siguen a Bernie para enfrentar a Trump, de aquí que hayan comenzado a hacer los movimientos alrededor del político, entre ellos la reunión que acaba de sostener con Barack Obama, para que olvide su discurso de justicia social, económica, racial, medioambiental, (que parece, según sus últimas declaraciones, va a ser así), y sume a sus partidarios a la candidata que enfrentará al republicano en el mes de noviembre.

Algo similar está ocurriendo en las altas esferas del Partido Republicano, donde muchas de sus principales figuras han comenzado a suavizar los epítetos con que califican al magnate inmobiliario y se acercan y reúnen con él, quien a su vez, ha ido moderando el tremendismo de sus discursos, llegando a decir a sus partidarios “que los hará sentirse orgullosos de nuestro partido”, aunque a veces, como ocurrió recientemente, se le salió todo lo que tiene de racista y xenófobo y la emprendió contra diez jueces de origen mexicano que investigan acerca de su patrimonio, exabrupto por el que ha sido duramente criticado.

Desde luego, que todo no aparece tan plano y consensuado entre los electores norteamericanos que deberán concurrir a las urnas el próximo 8 de noviembre, pues otra buena parte no se molesta en ir a votar, porque aquí esto no es obligatorio, y porque en realidad, según las encuestas, ninguno de los candidatos despierta su interés y muy por el contrario son muchos los que los descalifican para ser presidente de los Estados Unidos.

La fobia contra la política y los políticos tradicionales es notoria, el sentimiento de frustración en una sociedad que cada vez se encuentra más dividida, donde el racismo y la discriminación tiene crueles evidencias mucho más palpables, donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres, hace que la población se sienta cada vez más decepcionada del sistema y de las oportunidades que este pueda brindarle y de allí su desinterés por la política y sus políticos, porque no hay nada más parecido a un demócrata, que un republicano.

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