Camagüey.- Mi reparto era un reparto limpio. No recuerdo haber visto pilas de basura en las esquinas, ni siquiera una jaba que alguien dejara en la calle; incluso cuando se hacían trabajos voluntarios y la yerba se amontonaba y propiciaba se formara allí el vertedero, esto no sucedía.

Mi reparto era un reparto limpio. Los vecinos tenían conciencia de ello y esperaban cada tarde el carretón de la basura para bajar (porque en mayoría está compuesto por edificios) los desechos del hogar. El joven pasaba todos los días más o menos a la misma hora y era muy amable. Cuando veía a mi abuela con el latón enseguida la socorría y a quien le solicitara ayuda no dudaba en dársela. En mi experiencia personal, por ejemplo, le hacíamos el favor a los que no estaban en casa a esa hora y dejaban la bolsa en la puerta de la casa, en la escalera.

Mi reparto era un reparto limpio y yo estaba orgullosa de ello. Un día comenzaron a ponerlo más lindo todavía. En un terreno enyerbado construyeron nuevas edificaciones para dar vivienda a los médicos internacionalistas, pintaron la mayoría de los edificios, arreglaron un poco la primaria Pepito Tey, echaron a andar la fuente... pero casi a la vez, sustituyeron el carretón de la basura por unos tanques metálicos que colocaron en cada esquina. Hasta entonces mi reparto fue un reparto limpio.

Antes de eso, solo había dispositivos similares, pero más grandes, en el fondo de los 12 plantas, dos o tres puntos al que también concurrían algunos vecinos cercanos, y que no se hacían notar. Ahora, cada cuadra tiene su propio microvertedero, y tal parece que se esmeran por cumplir con sus requisitos.

No se trata de que Comunales esté fallando en su trabajo, por el contrario, en los último tiempos lo he visto a diario a cada dos días personarse a cumplir su parte (aunque se ha dado el caso de una ausencia prolongada). Tampoco de que la gente sea indisciplinada. ¿Qué se puede hacer si el envase es insuficiente y como está roto lo que entra por arriba se sale por el costado? ¿Cómo evitar que perros y deambulantes revuelvan todo y que el aire lleve a pasear por la cuadra cuanto encuentre a su paso?

Recuerdo una Asamblea de Rendición Cuentas donde hablamos del problema, a los que menos afectaba apostaron por su permanencia alegando la comodidad de disponer de él a cualquier hora, los afectados callaron. Ahora cada día la situación es más insostenible y la madre de un joven discapacitado me comenta que tiene que mantener el apartamento cerrado y no puede sentarlo como antes en el balcón, porque él no puede espantarse las moscas y corre el riesgo de cualquier enfermedad.

Otra familia lo movió de lugar porque, evidentemente, era insoportable la peste y el mosquero que este generaba a unos pocos metros de su vivienda, ahora quienes lo tienen más cerca se debaten para dónde llevarlo, incluso amenazados con multas. Y es que en cualquier lugar siempre alguien se verá afectado.

Aún recuerdo cuando vivía en un reparto limpio, y no pierdo las esperanzas de que el Julio Antonio Mella recupere esa virtud.

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