¡Nosotros también vamos con todo!

Camagüey.-Para algunos conciudadanos les molesta que estemos de moda, que no es lo mismo que estar a la moda. A la moda es un concepto pasajero, transitorio, y de moda responde a la ocurrencia de un suceso que resulta atractivo, una realidad recién descubierta, en este caso la nuestra, deslumbrante para no pocos, porque no se parece a ninguna.

Hasta cierto punto es natural que estemos de moda después de más de 50 años de una cortina de mentiras e infamias que levantaron los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos de Norteamérica para tratar de desacreditar, aislar a Cuba del resto del mundo y sobre todo, para ocultar y tergiversar el impacto de una genuina Revolución social en lo que se consideraba hasta ese momento el inviolable traspatio de su imperio.

Y digo que hasta cierto punto es natural estar de moda, porque por una razón u otra, por temor a contrariar a las autoridades estadounidenses de turno y violar el bloqueo diplomático, comercial y financiero decretado contra la Isla, o sencillamente porque se lo prohibían, o porque recibían una imagen distorsionada y apocalíptica del país, muchos se cohibieron o se vieron impedidos de visitar Cuba.

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos y el proceso de distensión del diálogo respetuoso entre las dos naciones, a pesar de la persistencia del férreo bloqueo, ha favorecido el interés y las posibilidades de que muchos nos visiten y más quieran hacerlo, para conocer de primera mano cómo somos, qué hacemos y cuál es nuestra verdadera realidad, negociar, comerciar, exponer manifestaciones culturales, intercambio que deja también saldos en la confrontación de ideas a los anfitriones.

Beyoncé y Jay-Z en la Habana, CubaBeyoncé y Jay-Z en la Habana, Cuba

Que vengan Beyoncé y Robert de Niro y se paseen por La Habana y algún que otro famoso deguste los platos criollos o no en el paladar capitalino donde comió el presidente Barack Obama, que un grupo de Rock, Pop, Hip Hop reúna miles de seguidores en una plaza o dé conciertos en teatros, no debe constituir, a mí juicio motivo de preocupación o enojo, siempre y cuando de nuestra parte y de la de ellos, no haya excesos o expresiones que contradigan nuestra ética, nuestra identidad y nuestros principios. La historia escrita en la seudo república de los marines yanquis encaramados en la estatua de Martí en el Parque Central capitalino, jamás se repetirá en este país, porque primero tendrán que arrasarlo de San Antonio a Maisí.

Tampoco creo que ante esta nueva realidad, se justifique que algunos tejan historias truculentas retrotrayéndose a las décadas de los años sesenta cuando según ellos, en cavernas y tupidos montes se reunían para escuchar a los Beatles, porque las autoridades revolucionarias los prohibían, y ahora, sin embargo, no se cansan de promoverlos y hasta les dedican espacios públicos, como el conocido parque de John Lennon.

Es posible que algún funcionario despistado hubiera indicado no difundir las canciones de los músicos ingleses, pero de allí a que los Órganos de la Seguridad atareados al límite en esos años en contrarrestar las agresiones, invasiones mercenarias, sabotajes, planes de asesinatos de líderes revolucionarios provenientes del Norte, se ocuparan de perseguir a los que escuchaban a los Beatles o a otros artistas extranjeros, más que una exageración es una estupidez mal intencionada.

Desde luego, que acá no estamos ni deslumbrados por el interés que despertamos, ni estamos como el pichón con la boca abierta para que alimenten nuestro ego y el orgullo nacional, para envanecernos, porque sabemos lo costoso que resultan para los pueblos las ingenuidades, ya que estas se cobran caras por los encargados en hacer pagar altos precios a quienes las cometen.

Sabemos que vienen con todo y con todas las variantes. La estrategia es la misma solo cambian la táctica y los medios para conseguir el objetivo propuesto que en nuestro caso no es otro que cambiar el régimen social, económico y político que nos hemos querido dar.

Aquí estamos, tras 58 años de existencia y resistencia, lidiando en complejos escenarios, más curtidos y experimentados, incorporadas nuevas generaciones con más vigor, bríos y con escudos culturales, ideológicos y políticos para combatir y vencer en los terrenos que debamos librar las batallas que garanticen la supervivencia de la Revolución y el desarrollo sostenido y viable de su gigantesca obra económica y social.

No se hagan ilusiones vanas.¡Nosotros también vamos con todo!

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