Camagüey.- Para los que presenciamos el desfile militar por el Día de la Victoria del pueblo soviético sobre el fascismo en la Gran Guerra Patria, celebrado este 9 de mayo en su aniversario 71, no pudimos sustraernos a la satisfacción de ver cómo renació en Rusia, en los últimos años, ese sentimiento patriótico que surgió con aquel único acontecimiento social que conmocionó al mundo en el pasado siglo, como la gran Revolución de Octubre guiada por su genial conductor, Vladimir Ilich Lenin.

No se trató solo del poderío militar exhibido, que lógicamente constituyó un mensaje disuasivo para los que piensan que Rusia, después del desmembramiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y el caos que le precedió, podía ser una presa fácil para la OTAN, tras la desaparición del Tratado de Varsovia y sumarse a la Unión Europea una gran parte de los países que lo integraban.

Supongo que a no pocos, como me sucedió a mí, nos haya impresionado esa marcialidad con la que desfila el soldado ruso, la seguridad y disciplina con que lo hace, y las filas simétricas que parecen delineadas con hebras de hilo tirantes, ni un milímetro más allá ni uno más acá, o la alineación perfecta en el vuelo de los aviones y el paso de los helicópteros.

Llamó la atención, además de las armas de última generación en las que estuvieron representantes de la Fuerza Aeroespacial, que desfilaron por la histórica Plaza Roja, la presencia, por primera vez en la historia de éstos de la mujer militar, compuesto su destacamento por estudiantes de las academias superiores, un indicador, diría yo, de los nuevos tiempos que allí se viven.

El desfile de ahora, como el realizado el pasado año en conmemoración del aniversario 70 de la victoria del pueblo soviético y los aliados sobre la Alemania nazi y su eje fascista, integrado además por Japón y la Italia de Mussolini, y al cual asistió nuestro presidente Raúl Castro como invitado a tan significativa fecha, me dejó el sabor de que los que cayeron en aquella gran cruzada por las salvación y preservación de la Humanidad nunca serán olvidados y que los valores de libertad y soberanía de los pueblos que defendieron, ninguna fuerza reaccionaria y retrograda podrá hacerlos sucumbir.

“Inclinamos la cabeza ante todos los que no regresaron de la guerra, ante todos los que ya no están con nosotros, para pedir un minuto de silencio por los más de 26 millones de caídos en la Gran Guerra Patria”, dijo Vladímir Putin, el presidente de Rusia y considerado el artífice del renacimiento de los tradicionales sentimientos patrióticos del pueblo ruso y del orgullo por la rica historia que hizo y ha hecho grande a esa nación, al pronunciar una breve y contundente alocución antes de comenzar la marcha encabezada por una réplica de la bandera que ondeara sobre el Reichstag el 2 de mayo de 1945, como símbolo de la derrota de la Alemania nazi, y de la victoria sobre el fascismo.

En otra parte de su discurso, Putin dijo “que el poder, la confianza y la dignidad del país, radican en la cohesión del pueblo ruso y su dedicación a la Patria”, a la vez que destacó la vocación pacifista que siempre lo ha alentado y la necesidad de unir fuerzas para luchar contra el flagelo del terrorismo.

Para la gran mayoría de los cubanos, con independencia de la satisfacción que nos produce esta posición del pueblo ruso de no borrar su memoria histórica, como algunos han pretendido, no plegarse a los designios hegemónicos del imperialismo y al hecho de querer anularla como gran potencia que es, también con sanciones económicas, y las dignas respuestas ante las amenazas de cercarla y romper la paridad nuclear existente, esta vez nos enorgulleció la presencia en la tribuna del desfile militar, en la Plaza Roja, de seis héroes cubanos, cinco de ellos los antiterroristas que permanecieron alrededor de 16 años prisioneros en cárceles del imperialismo norteamericano, y otro que durante más de diez años sufrió prisión en Somalia, al ser apresado cuando cumplía misión internacionalista en Etiopía.

Estos seis héroes, que dicen sentirse honrados por ser invitados por la Duma estatal rusa ( Cámara Baja) para los festejos por la victoria contra el fascismo, reconocieron los lazos históricos que unen a ambos pueblos y que nosotros tampoco olvidamos, y la solidaridad que nos han prestado en los momentos cruciales de la Revolución Cubana.

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