Organizaciones líderes en esos asuntos reconocen que la inhalación  de contaminantes, especialmente de partículas finas, representa un  riesgo para el aumento de alteraciones en los órganos respiratorios y  cardíacos, entre otras afecciones y molestias asociadas.

Su impacto negativo pone en peligro igualmente al patrimonio natural, comprometiendo la vitalidad de ecosistemas y especies de la  flora y la fauna. Uno de los mayores efectos sobre el medio ambiente  se expresa a través de las variaciones climáticas, a causa del  incremento de las temperaturas medias.

Con vasta experiencia en los estudios sobre la contaminación del  aire, Cuba ha dirigido diferentes proyectos y estudios locales y  territoriales más allá de cálculos matemáticos, a la  profundización de esos efectos sobre la salud de la población más  vulnerable.

El Instituto de Meteorología asume en la actualidad un proyecto para  el monitoreo de las emisiones de gases y su incidencia en la  contaminación atmosférica.

Para abarcar todo el archipiélago se auxilia de especialistas de  los centros meteorológicos provinciales (CMP), con el objetivo de  facilitar la recogida de los datos tecnológicos y la veracidad de la  información de cada lugar.

El propósito, iniciado en 2015 y previsto a finalizar el próximo año,  pretende actualizar el inventario de fuentes fijas o estacionarias,  clasificación dentro de la cual entran todos los sistemas con una  ubicación espacial determinada, tales como calderas, hornos y  centrales eléctricas, explica Sinaí Barcia, especialista principal en  meteorología.

Respondiendo al programa de investigación Meteorología y desarrollo  sostenible del país, el estudio también se propone calcular y modelar  las concentraciones anuales promedio, en función de las  características socio-económicas y las variables meteorológicas de las  provincias cubanas, agrega.

Dicha actualización permitirá asimismo comprobar si las entidades  cumplen el rango de los volúmenes máximos permisibles en la expulsión  de monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y de azufre, entre otras partículas y compuestos volátiles perjudiciales.

De igual modo se podrá delimitar los receptores afectados por áreas  y horarios del año con el fin de favorecer, a partir de la evaluación,  la propuesta de medidas de mitigación en aras de minimizar los  impactos a la salud y el medio ambiente.

Un reto que supone una labor sistemática de actualización, tomando  en cuenta los cambios tecnológicos hacia fuentes renovables de  energía, la reducción del empleo de combustibles fósiles o la puesta  en explotación de nuevas fuentes emisoras de compuestos contaminadores de la atmósfera.

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