El primer mandatario negro de la historia de los Estados Unidos vino al país que sigue teniendo un pedazo de su tierra soberana ocupado por marines de los Estados Unidos e hipotecado de presos internacionales a los cuales aplican torturas inimaginables que él prometió en su campaña electoral cerrar y no ha podido.

Arriba Obama con los elogios de los más civilizados del planeta por el osado atrevimiento, la crítica de demócratas y republicanos, de retrógrados de la Mafia cubano americana, y la advertencia de todos los candidatos aspirante a la silla presidencial  de que las medidas de acercamientos entre ambos países las echarán abajo tan pronto asuman el poder presidencial.

Cambios, cambios, como lisonjas piden a la Cuba bloqueada los zorros y los incautos que creen que los cubanos de la Isla, a pesar de las penurias y las prohibiciones comerciales, financieras y económicas, andan todavía en taparrabos esperando que lleguen los “descubridores” para cambiarles el oro de la dignidad por espejitos que destellan en el intenso verano de sus playas como la de Girón.

El bloqueo sigue intacto y Obama dice una cosa en el Congreso, pide su levante y ordena por la izquierda, como decimos en buen cubano, nuevas sanciones extraordinarias contra empresarios de terceros países que comercien con Cuba, la Base Naval Ídem y así, cambios de qué a cambio de nada.

Cuba, sin embargo, no tenía cerradas las puertas de la Isla con candados sin llaves, cuando algunas de las medidas estadounidenses aflojaron la persecución de turistas y personalidades, muchas personas, incluso, estadounidenses vienen y se enteran, como le pasará a Obama, que no hay que temer, que pueden pasear seguros por cualquier calle y dialogar con el cubano de paso, y que hasta en el más apartado lugar no encontrará un niño  descalzo, sin escuela ni asistencia médica, ni se enfermará del Zika controlado y vigilado con celos como todas las enfermedades transmisibles y prevenibles que matan a miles de personas en el planeta cada día.

Cuando el presidente de Estados Unidos regrese a su país, entrará la famosa agrupación  musical inglesa Rolling Stone de la década del 60 para un concierto histórico único, como han venido en los últimos meses a La Habana y otras provincias cubanas intelectuales y artistas procedentes de diferentes latitudes, ¿no son también cambios? Sí, pero provocado por la distensión de EE. UU sobre Cuba. Los cubanos son hospitalarios y recibirán a Obama como a todas las visitas: con sinceridad, respeto y confianza.

Obama, podrá andar La Habana sin el habitual y “bestial” aparataje de seguridad personal, con sus hijas Malia y Sasha, su esposa Michelle y su suegra Marian Robinson: no hay miedo, el más sencillo de los ciudadanos cuidará su familia como propia… nada es que así somos porque nos enseñó Fidel.

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