Como bien el mismo ha dicho, se ha perdido un combate, pero no la batalla, o lo que es igual a que el proceso revolucionario iniciado en el 2006, cuando asumió por primera vez la presidencia del país y se consolidó en posteriores elecciones generales y consultas para reformar la propia Constitución en el 2009, no tiene marcha atrás.

De todas formas, el primer presidente indígena en la región tiene mandato hasta 2019, tiempo suficiente para fortalecer el Movimiento al Socialismo ( MAS) y toda su gestión de gobierno cuya carta de presentación es extensísima a partir de la nacionalización de los hidrocarburos, hace ya 10 años, y al propio tiempo, utilizar este período para extraer las experiencias de este revés temporal que modifiquen las percepciones que condujeron a la prevalencia del No en esta consulta popular.

Es innegable que las tácticas de la oposición oligárquica interna y el apoyo notorio de funcionarios de la embajada estadounidense, al desatar una virulenta campaña difamatoria contra Evo, a quien vinculaban supuestamente con tráfico de influencias a favor de una compañía china de la cual su expareja es gerente y que logró contratos estatales por más de 500 millones de dólares, así como las acusaciones de fraude contra líderes campesinos vinculados a él, ejercieron un papel negativo a la hora del voto, sobre todo en las ciudades.

Ligar la modificación de la Constitución para permitir la reelección presidencial y del vice por dos períodos consecutivos con las ideas de perpetuidad y poder autoritario extrapolando ejemplos como el de Pinochet y otros dictadores latinoamericanos, fueron  elementos propagandísticos manejados por la oposición, y también algunas interpretaciones erróneas de la pregunta del referendo, por una gran parte de votantes, determinaron en buena medida los resultados de la consulta.

Por mucho que la oligarquía y sus socios exteriores se ufanen en desacreditar la personalidad de Evo, la realidad es mucho más fuerte que estos intentos, y hoy por hoy el mandatario y su partido, no solo son los que mayor tiempo se han mantenido en el poder en ese país, sino que él se ha convertido en un estadista con prestigio internacional y autoridad moral y ética que le merecen hoy el reconocimiento y respeto en una buena parte del mundo.

Bolivia dejó de ser en estos 10 años una de las naciones más pobres del Continente para convertirse en una de las más prósperas con su crecimiento del Producto Interno Bruto en un ritmo promedio anual de 5%, el mayor de la región y una renta que pasó de 9 mil millones de dólares a 34 mil millones en la actualidad y cuya previsión para el 2020 es de 58 mil, al tiempo que redujo su nivel de pobreza en más de 2.5 millones de persona y se declaró libre de analfabetismo.

Como futuro promisorio desde el punto de vista económico, está en marcha un proceso de industrialización para continuar desarrollando la producción de gas e hidrocarburos y para la explotación del litio, mineral de uso múltiple de gran demanda y del cual el país tiene la segunda mayor reserva mundial.

Desde luego, que todo este potencial de riqueza natural exige un  poder político que lo destine al mejoramiento de los niveles de vida de la población, y está claro para los bolivianos que este papel no podrá desempeñarlo nunca el neoliberalismo, corriente al que pretenden hacerlo regresar estos que quieren ver en los resultados del referendo, el principio del fin del gobierno del MAS y su más legítimo exponente, Evo Morales Ayma, el primer presidente indígena en toda  la región y quien ha demostrado la eficacia y la sabiduría nativa ancestral para refundar Bolivia y convertirlo en un estado plurinacional competitivo y próspero, antimperialista e integracionista, con destacado protagonismo en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de  Nuestra América ( Alba-tpc), Unasur , Celac, y otros.

Gústele o no les guste a oligarcas e imperialistas, Evo Morales y el MAS seguirán siendo el presente y el futuro de los bolivianos.

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