Suecia, Gran Bretaña y los Estados Unidos se han confabulado en una “vendetta” al estilo de la peor de las mafias, para decretarle a Julian Assange una prisión que parece no tener fin, si tenemos en cuenta que ya va por más de tres años asilado en la embajada de Ecuador, en territorio británico, bajo la amenaza de que si abandona esa sede diplomática será inmediatamente detenido y enviado hacia la nación sueca donde sería juzgado por un supuesto delito de acoso sexual y posteriormente extraditado hacia Estados Unidos donde seguramente le esperará una dura condena.

Pero todo el mundo sabe la verdadera historia de esta conjura contra el fundador de Wikileaks, Assange, quien de antemano a todo este tinglado, ya había sido estigmatizado al atreverse a divulgar en las redes de Internet miles de documentos secretos del Gobierno norteamericano en los cuales se ponían en evidencia las graves violaciones cometidas por Estados Unidos en asuntos como las guerras desatadas por este país contra Irak y Afganistán.

A pesar de los esfuerzos hechos por las autoridades ecuatorianas para que se le permita al periodista australiano viajar a Ecuador como le correspondería en su condición de asilado político en este territorio, la presión del Gobierno estadounidense ha determinado, más que cualquier otro motivo, las negativa de las autoridades inglesas a permitirlo.

Ahora el asunto ha tomado otro cariz, tras los pronunciamientos del Grupo de Trabajo  de Naciones Unidas sobre Detenciones Arbitrarias al considerar que el fundador de WikiLeaks está en una situación ilegal por el aislamiento a que fue sometido en la prisión británica Wandsworth y la pobre diligencia de la Fiscalía sueca en sus investigaciones, “ que ha llevado a su larga falta de libertad”.

La decisión de los expertos de la ONU se fundamenta en la violación por Londres y Estocolmo de artículos de la Declaración de los Derechos Humanos y del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, conclusión a la que han hecho oídos sordos las autoridades de ambos países, y Gran Bretaña con declaraciones irrespetuosas para los funcionarios del organismo internacional al calificar su Ministro de Relaciones Exteriores, Philip Hammond, de “ridículas” dichas conclusiones.

Desde luego, “ridículas” ahora las conclusiones del organismo internacional porque contradicen sus posiciones e intereses, pero cuando decidió su Consejo de Seguridad los bombardeos contra la Libia de Kaddafi o la guerra contra Irak, o la intervención en Afganistán, entonces sus “conclusiones” si eran correctas, porque así lo aconseja su doble moral.

Por su parte, la Cancillería ecuatoriana, al coincidir con el Grupo de Trabajo de la ONU, considera también que Assange no solamente debe ser puesto en libertad poniendo fin a la arbitrariedad que con él se comete, sino que al mismo tiempo debe ser resarcido por el injusto encierro a que ha sido sometido durante todo este tiempo.

En una videoconferencia desde su lugar de reclusión, el programador australiano estimó un notable triunfo de su causa la decisión del Grupo y espera que tanto el Gobierno británico como el sueco tomen nota del asunto y dispongan la implementación del veredicto para terminar con su injustificada prisión.

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