Pienso, aunque lo ha hecho en otras ocasiones, utilizando subterfugios y distorsiones de la verdad, en esta ocasión al votar contra la derogación del bloqueo debió sentirse mucho más incómodo, pues ponerle fin a esta práctica genocida contra la Isla es objetivo que se ha trazado el propio presidente Barack Obama por considerar que ha fracasado en propiciar un cambio de régimen en el país caribeño.

Tan mal debe haberse sentido, que la nación (Israel) que lo acompañó en la votación contraria al proyecto dijo: “que la única explicación que tiene su voto son las estrechas relaciones que mantiene con los Estados Unidos”, lo que quiere decir que de no ser así, también hubiera depositado su sufragio a favor de la resolución cubana.

De todas formas, el argumento que utilizó para justificar su posición de que en las nuevas condiciones de relaciones diplomáticas entre los dos países, Cuba no debió presentar dicho proyecto, olvidó que el bloqueo mantiene intacto todo su rigor, a pesar de las limitadas decisiones tomadas por el Ejecutivo estadounidense a partir del 14 de diciembre del 2014 y sus posteriores ampliaciones del 16 de enero y 18 de setiembre del 2015, algunas de las cuales no pueden ser puestas en práctica precisamente por las regulaciones del bloqueo, y nunca por problemas estructurales de los cubanos.

Como bien le recordó nuestro Canciller en el plenario, recientes medidas de sanciones millonarias adoptadas contra bancos —alemán y francés—  por relaciones financieras con la Isla, la retención del pago por el establecimiento de llamadas directas de comunicación entre Cuba y Estados Unidos y por la realización de l vuelos charter entre las dos naciones, las restricciones discriminatorias en las relaciones comerciales y no poder utilizar el dólar en sus transacciones financieras, son muestras evidentes de que el bloqueo mantiene toda su vigencia.

Pretender que los cubanos hagamos dejación del derecho de llevar ante los organismos internacionales el carácter criminal del bloqueo y denunciarlo como un acto de genocidio contra nuestro pueblo, significa que renunciemos al sagrado deber de defendernos y a preservar la obra material y humana que hemos conquistado a lo largo de más de medio siglo de Revolución y en eso jamás claudicaremos.

Desde luego, ello no impide que reconozcamos los pasos dados por el presidente Barack Obama en el camino del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países e iniciar el largo camino de la normalización de los vínculos, voluntad que Cuba ha expresado y mantiene de transitarlo pese a las profundas diferencias existentes, sin renunciar a ninguno de sus principios de soberanía e independencia.

La victoria alcanzada en la Asamblea General de las Naciones Unidas prueba una vez más la capacidad de resistencia de los cubanos ante las penurias que nos impone el bloqueo, la tenacidad e inteligencia para sortearlo a lo largo de medio siglo, la solidaridad internacional con nuestra causa, y el aislamiento de los Estados Unidos en su política de estrangulamiento contra la Revolución.

Como ratificó Cuba en el plenario, esperamos que de aquí al venidero otoño del 2016 el bloqueo haya sido eliminado o al menos se hayan dado pasos concretos para desmantelarlo, y así no vernos nuevamente en la necesidad de solicitar a la Asamblea General su condena.

{flike} {plusone} {ttweet}