En el ambiente zumbaron murmullos y comentarios en torno al inescrupuloso personaje. Ya de salida en la puerta, inhalé con un respiro profundo, la mayor cantidad posible de aire puro, o por lo menos mucho más limpio, y el frescor de la calle me satisfizo y lamenté los rostros malhumorados que adentro, contaban los segundos para que se terminara la odisea.

Personajes como este resaltan a diario delante de nosotros, sin importarles que sea la sala de un hospital, una escuela o simplemente la parada de un ómnibus, en actos de falta de responsabilidad, pero sobre todo de respeto hacia la sociedad, sin que haya “algo” o “alguien” que le ponga frenos. En muchos sitios luce como algo normal y en otros casos las respuestas de los afectados impacientan a los culpables quienes se sienten con poder de continuar fumando.

Algunos fumadores activos reconocen las violaciones en los espacios públicos. Otros confiesan que además de la necesidad que atrae el vicio, lo realizan en estos lugares porque no hay una mano fuerte que los controle y saben que saldrán ilesos. La minoría, dueños de la ciudad, se creen Diego Velázquez, y colonizadores al fin responden: -Sí, ¿y qué? como si tuvieran el poder de dominar al público a su antojo y de acorde a sus gustos.

Varios no aceptan que conviven en una sociedad donde debe prevalecer el respeto hacia los demás sin distinción de rangos o gustos. Hay quienes apuntan estos comportamientos como resultados de la actualidad, de los tiempos modernos en que vivimos, pero nada tiene que ver con eso.

Cierto es que los no pocos violadores de tales decisiones lo hacen, en buena medida, porque desconocen o no le dan importancia al perjuicio que causan a los fumadores pasivos.

Pero lo importante no es la causa, sino cómo pararlo. Ahí es donde convergen las diferentes aristas, unas más suaves, otras más fuertes, sin embargo en todas debe primar la comprensión.

Son irrebatibles las pruebas del daño que ocasiona el hábito de fumar, y por ello el gobierno cubano pone en práctica un Programa Nacional de Promoción de Salud que incluye las prohibiciones de fumar en espacio públicos.

Somos víctimas inocentes que aspiramos el humo proveniente del extremo encendido del cigarro o del tabaco, más el que exhala el fumador, en los cuales según se conoce hasta ahora, existen cerca de 50 sustancias que pueden causar cáncer, además de infecciones de las vías respiratorias y enfermedades cardíacas. Los especialistas aseguran que quienes respiran el humo que otro fuma están expuestos también a influencias más nocivas para la salud.

No existe una cantidad sana o permitida de inhalación pasiva. Debe evitarse, pero con los niños, embarazadas y personas de mayor edad con problemas respiratorios o cardíacos debemos tener especial cuidado, pues según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los pequeños cuyos padres son fumadores presentan una mayor frecuencia de infecciones y problemas respiratorios e índices inferiores en el desarrollo de la función pulmonar, mientras, en las gestantes constituye un riesgo para ellas y el feto por las afecciones en los órganos maternos que intervienen en el embarazo y el parto, debido a que la nicotina traspasa con facilidad la barrera placentaria.

Un dato alarmante es que el 69 % de los niños cubanos son fumadores pasivos, de acuerdo con estadísticas del Programa Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo. Pero todavía hay personas que se oponen -y hasta desacatan- la Resolución del Ministerio de Comercio Interior que prohíbe fumar en todos los locales públicos climatizados o cerrados. Esta medida es extensiva a los pasajeros y conductores de ómnibus, taxis y trenes, a todos los establecimientos deportivos y a los encargados de elaborar alimentos o expenderlos mientras prestan servicio.

No se trata de reprimir los gustos ajenos, sino de respetarlos. Tampoco de oponerse o restringir al tabaco. La libertad que poseemos nos permite hacer con nuestra salud lo que creamos correcto, pero de manera individual. Se trata de respetar el derecho a respirar un aire libre de humo. Los no fumadores respetamos las ganas de morir de aquellos que prefieren la nicotina, por favor respeten nuestras ganas de vivir.

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