Desde que Vladimir Putin y Barack Obama conversaron durante la sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, acerca de los propósitos rusos de acudir al llamado del presidente Al Assad y realizar ataques aéreos contra las posiciones y los medios logísticos del EI en territorio sirio y tratar de concertar la cooperación de los Estados Unidos y la coalición que preside para combatir a los yihadistas, las divergencias de objetivos se han puesto cada vez más de manifiesto.

Está claro que los fines de dicha coalición con sus bombardeos a territorio sirio sin el consentimiento de su gobierno, solo persigue el derrocamiento del Bashar al Assad, y una buena prueba de ello es el suministro de armamento a las llamadas fuerzas de oposición moderada, entre ellas el llamado Ejército Sirio de Liberación, mucho de los cuales pasan a manos de los yihadistas.

En reiteradas declaraciones, el mandatario ruso a exhortado al gobierno estadounidense a coordinar sus acciones para combatir los extremistas islámicos e intercambiar las informaciones de inteligencia para hacer más efectivos los bombardeos que se ejecutan contra ellos, pero hasta ahora, salvo los diálogos iniciales, muy poco se ha avanzado en este camino.

Muy por el contrario, desoyendo las recomendaciones que recientemente hiciera el influyente diario The New York Times, de que Estados Unidos debe aliarse a Rusia para combatir el EI, los países que forman dicha coalición lo que han es “exhortado a la Federación de Rusia a cesar de inmediato los ataques contra la oposición siria, los civiles y concentrarse en la lucha contra el EI”, declaraciones que han sido acompañadas de una virulenta campaña de falacias en las cuales llegan a presentar cadáveres de niños destrozados por la metralla que en modo alguno son el resultado de los bombardeos ruso contra los extremistas.

Lo cierto es que las acciones de la aviación y el lanzamiento de los misiles de largo alcance (1 5OO kilómetros ) desde los buques de la Armada en el mar Caspio, son el resultado de una larga y minuciosa preparación en colaboración con las autoridades de Damasco en las que no faltó el reconocimiento desde el espacio y el aire para comprobar las informaciones del centro de información instalado en Bagdad, capital iraquí, así como los estrechos contactos con Irán e Irak, y de allí la efectividad de los bombardeos contra los objetivos del EI, bien definidos y localizados.

Cabe apuntar que desde el 30 de septiembre hasta nuestros días más de 150 objetivos de los yihadistas han sido atacados y destruidos, entre ellos caravanas de vehículos militares, depósitos de municiones y mandos de control de operaciones.

No son pocos los especialistas que consideran que la reacción contraria a la participación de Moscú en la lucha contra los terroristas y en apoyo a Siria, además de frustrar los planes desestabilizadores contra Damasco ha puesto de manifiesto la ineficacia de los bombardeos de la coalición con más de un año de duración.

Por otra parte, es evidente que la presencia rusa en la lucha contra Ejército Islámico ha incentivado el empuje de las fuerzas militares sirias, sobre todo del ejército que desarrolla vigorosas ofensivas para arrojar de su territorio a los terroristas.

Aunque la Unión Europa mira con recelo los bombardeos de Moscú contra el EI en territorio sirio y sigue en comparsa a Estados Unidos en su reacción contraria, debería entender que la estabilidad de Damasco podría frenar la avalancha de refugiados de ese país y otros de la región, que hoy constituyen una gran preocupación de los países integrantes de la UE.

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