No eran pocos los que esperaban que después de su sorpresiva renuncia como primer ministro, tras concertar acuerdos con la troika acreedora de la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) que le impusieron importantes ajustes fiscales para acceder al rescate financiero, decisión que dice haber tomado “poniendo el país por delante de su partido”, la población griega le pasara la cuenta en sus aspiraciones reeleccionistas, pero afortunadamente para él, no fue así, y tendrá otros cuatro años en su cargo.

Desde luego, como bien a dicho Tsipras apenas conocida su victoria, que le proporcionó 145 escaños de los 300 que tiene el Parlamento, “a partir de ahora comienza un camino difícil para sacar a Grecia de la crisis”, teniendo en cuenta seguramente que sus acreedores, a pesar del “segundo aire” con el cual comenzará él nuevas renegociaciones, no están dispuestos a hacer cambios de fondo en sus exigencias de recortes sociales y económicos para que Atenas pueda acceder al rescate, y cuando más, algunas concesiones menores.

Como no tiene mayoría en el Parlamento, Tsipras se ve obligado a realizar alianzas para alcanzarla y para ello ha escogido al partido Griegos Independientes, considerado de ultraderecha y con el cual tiene puntuales diferencias, pero que a su juicio equilibrará las fuerzas dentro del legislativo para lograr los fines de un gobierno de coalición.     

Después de su toma de posesión este lunes, se impone la formación de un ejecutivo fuerte que lo acompañe en los nuevos pasos que deberá dar con cierto apresuramiento, porque en octubre y noviembre tendrá la evaluación de la Troika del cumplimiento de sus exigencias fiscales y de allí dependerá que le lleguen los primeros 3 000 millones de euros de los 86 000 prometidos en tres años, para sacar el país de la bancarrota en que se encuentra.

Otro tanto corresponderá a los griegos, que ahora verán recortes en las pensiones y elevación de los años de edad para acceder a la jubilación, asistirán a privatizaciones, como la del puerto del Pireo, en la capital, y otras de servicios sociales, a la reestructuración de los bancos y otras dependencias estatales, que podrían elevar el nivel de desempleo que es uno de los más altos de la eurozona.

En fin, que para dejar de ser una colonia endeudada con los organismos financieros internacionales que ejercen hoy aquí y en el mundo una dictadura tan cruel y despiadada como las peores que han existido en el transcurso de la humanidad, los griegos tendrán que ajustarse al máximo los cinturones y resistir y mirar hacia delante luchando, y volver la vista hacia otros horizontes que puedan contribuir a que por algún lado el Sol resplandezca.

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