Desde la pasada cumbre, varias fueron las voces que se alzaron para reclamar la presencia de Cuba en la cita, entre ellos los países del ALBA, la Unasur y la recién creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Este último bloque ha logrado la integración continental (con excepción de Estados Unidos y Canadá) bajo el principio fundamental de la unidad de nuestros pueblos.

En Costa Rica, sede de la III Cumbre de la CELAC, en enero de este año, quedó claro que ningún proceso político, económico, de negociación o acercamiento entre las naciones de esta parte del hemisferio podría desarrollarse bajo otros conceptos que no fueran los de independencia, soberanía, solidaridad y respeto a la integralidad de cada una de nuestras naciones.

Bajo estos preceptos, llegan los países de la CELAC a Panamá para enfrentarse sobre todo a la postura injerencista de Estados Unidos respecto a Venezuela. Para nadie es un secreto que opositores, contrarrevolucionarios y mercenarios de la CIA no faltan en el certamen, que como fruto de la OEA, intentará empañar los avances de cada proyecto social.

Rafael Correa, mandatario de Ecuador, país que asume la presidencia pro-témpore de la CELAC, ha pronunciado que este organismo regional trae a la VII Cumbre de las Américas posiciones comunes que se oponen radicalmente a la injerencia descarada de Estados Unidos en el país venezolano.

No cabe dudas de que la realidad de nuestros pueblos de América Latina se sustenta en la unidad, y que solo ella puede ser capaz de enfrentar la política norteamericana que, como siempre, buscará aliados nada convincentes.

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