Una vez que Estados Unidos acordó junto a Cuba, el pasado 17 de diciembre, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, se quedaban ante la palestra pública sin el enemigo potencial que habían tenido durante las últimas cinco décadas, por lo que era necesario ocupar el vacío con otro de los que ya estaba en la mira.

Cuando el 9 de marzo último el presidente norteamericano Barack Obama firmó el decreto presidencial en el que reconocía a Venezuela como una amenaza a la seguridad nacional y política exterior de su país, declarando incluso el estado de “emergencia nacional”, quizás no pensó que fueran tantas las voces en América Latina y en el mundo que se alzarían en su contra.

La propia subsecretaria de Estado de Estados Unidos para Latinoamérica, Roberta Jacobson, manifestó recientemente su decepción por el amplio apoyo de los países latinoamericanos al Gobierno de Venezuela, ante las sanciones impuestas por su nación, lo cual ha evidenciado el fracaso político de sus nuevas intenciones.

Algunos llegaron a pensar que el gobierno de Estados Unidos, al admitir la derrota de su política contra Cuba, abriría el camino hacia nuevas relaciones con el resto de los países del área; sin embargo, la reciente postura hacia Venezuela ratifica una vez más que continúan siendo enemigos de la verdad, la libertad, la soberanía y la democracia.

Mientras por estos días las miradas se enfocan en la VII Cumbre de las Américas, los venezolanos que apoyan su proyecto revolucionario, llevan al cónclave la realidad de su pueblo; realidad que para nada coincide con esa que quiere dibujar la CIA y los opositores del país.

El primer paso del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en la cumbre será exigir a Obama, con 10 millones de firmas de por medio, que revoque el decreto con el cual amenaza no solo la integridad de su país sino de toda América Latina.

Mucho tiene para mostrar el país de Bolívar y Chávez sobre el combate a la pobreza, la cooperación en materia de salud, educación y energía, gobernabilidad democrática y participación ciudadana; y mucho que oponer al intervencionismo norteamericano y su amenaza a la democracia y soberanía de los pueblos.

Nuevamente Estados Unidos recurre a la tan desgastada manipulación mediática, a los amigos opositores y mercenarios y organizaciones subversivas para hacer el trabajo sucio. Es una “lástima”, para ellos, que Venezuela en estos momentos no esté sola.

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