Los más de cien representantes de la Isla están integrados por actores sociales, jóvenes, cooperativistas, intelectuales, empresarios y académicos, quienes participarán en la llamada Cumbre de los Pueblos, que incluye la de los sindicatos, los movimientos sociales, foros empresariales, juveniles y otros y asistirán al acto de solidaridad con causas progresistas de América Latina y el Caribe.

El objetivo de esta delegación de la sociedad civil es intercambiar de manera abierta con otras representaciones del hemisferio, recomendar acciones sobre la base del respeto y la integridad de los pueblos, así como trasladar  las experiencias de Cuba en temas como la gobernabilidad democrática, participación ciudadana, educación, salud, energía, desarrollo sostenible, innovación y desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, entre otros.

Y es conveniente apuntar que entre estos “otros” de la delegación cubana está  ser  “la voz de los sin voz y desenmascarar a los mercenarios que presentarán allí como sociedad civil de Cuba y a sus patrones”, según ha dicho el presidente cubano Raúl Castro, como también ha afirmado “ rechazar con determinación toda tentativa de aislar y amenazar a Venezuela”.    

Como se recordará, la Cumbre de las Américas es un instrumento creado por los Estados Unidos, a raíz del derrumbe del campo socialista, para impulsar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y cerrar con este mecanismo, como única potencia hegemónica, la tenaza que pondría a sus pies económica y políticamente a la América Latina.

A esta cita, celebrada en 1994 en Miami, no fue invitada Cuba, que ya en 1962 por las presiones de los Estados Unidos había sido expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA), a pesar de que dicha reunión constituía un mecanismo independiente de esta entidad.

En aparente tranquilidad transcurrió la Cumbre de Santiago de Chile en 1998, y la de Canadá, tres años después, signada por una retórica obediente, pero ya en la Cuarta, ocurrida en La Plata, Argentina, había llegado al poder Hugo Chávez, en Venezuela y Néstor Kirchner, en la patria de Che Guevara.

Y allí mismo el ALCA sufrió tales averías por los fuertes vientos integradores y antineoliberales que comenzaron a azotar a la América Latina y el Caribe, que inexorablemente se fue a pique y quedó enterrada, y más nunca se ha vuelto a hablar de ella.

En las dos Cumbres siguientes la fuerte corriente integracionista que sumó a Ecuador, Bolivia, Nicaragua, a Uruguay, Brasil y Argentina con la izquierda gobernante y al área del Caribe, dejó sentado el error histórico que constituía la ausencia de Cuba, y en la última, la de Colombia, en el 2012, un grupo de países advirtieron que no asistirían si los cubanos no eran invitados.

Hecha la invitación a Cuba para la VII Cumbre por el presidente panameño Juan Carlos Varela y aceptada por el Gobierno de la Isla y el anuncio de los mandatarios Raúl Castro y Barack Obama de la realización de un diálogo que conduzca al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países después de más de 50 años interrumpidas, y los peligros que se ciernen sobre Venezuela por la Orden Ejecutiva del Presidente estadounidense de que este país constituye una “amenaza” para la nación norteña, el evento se avizora en extremo complejo y tenso.

Según la Cancillería panameña hasta ahora más de una veintena de mandatarios han confirmado su asistencia, dentro de ellos los de Cuba, Venezuela, Estados Unidos y otros hasta alcanzar la mencionada cifra que se espera continúen aumentando hasta aproximarse a los 35 que deberían participar.

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