El ascenso al cargo promovió la esperada reacción de los sectores más recalcitrantes de la época en Cuba, incluso, de Estados Unidos, cuyo embajador en La Habana formuló el mismo día ante el presidente Osvaldo Dorticós Torrado una protesta por la soberana decisión.

Como bien se ha calificado, los 456 días del Che al frente de esa cartera fueron cruciales para la banca cubana, período en que se adoptaron trascendentales medidas para cerrar la fuga de divisas y nacionalizar la banca norteamericana y las empresas bancarias privadas nacionales.

Se produjo, además, la determinación de la salida del Fondo Monetario Internacional del país y como medida de independencia el no ingreso de Cuba al Banco Interamericano de Desarrollo, mientras en esa etapa se crearon las condiciones para el canje de la moneda, realizado en 1961.


A 55 años del nombramiento del Che válido es recordar palabras de Héctor Rodríguez Llompart, entonces viceministro de Relaciones Exteriores y décadas después titular del Banco Nacional de Cuba.

“El panorama que se encontró el Che era bien complejo: extracción de divisas del territorio nacional por parte de los adversarios del recién nacido proceso revolucionario, existencia de grandes sumas de dinero cubano en su poder dentro y fuera del país, lo que les permitía contar con abundante capital para sufragar los gastos de la contrarrevolución”

Y añadía “la inseguridad y el riesgo que implicaba el hecho de que los billetes cubanos se imprimieran por empresas extranjeras fuera del control del Gobierno Revolucionario, y la banca comercial privada en manos de capitales extranjeros y cubanos subordinados a intereses foráneos”.

En su haber encontramos el liderazgo de un proceso que permitió que la creación del dinero y la asignación del crédito pasaran a ser funciones públicas exclusivas del Estado, alcanzado poco tiempo después con la nacionalización de la banca.

Tales cambios favorecieron el desarrollo financiero del país durante más de veinte años, mediante regulaciones vigentes hasta que las nuevas circunstancias de la década del 80 del pasado siglo aconsejaron modernizar la banca y atemperarla a los requerimientos internacionales.

Fidel con su discernimiento de siempre contrarrestó todas las campañas de descrédito que se levantaron contra aquel hombre que puso por encima de intereses personales el del bienestar de la humanidad.

“Para que nadie se llame a engaño, el Che no está ahí para hacer ninguna barbaridad, el Ché está ahí igual que cuando lo mandamos a las Villas a impedir que pasaran las tropas enemigas hacia Oriente. Lo he mandado al Banco Nacional a impedir que se vayan las divisas y para que el parque que tenemos en divisas se invierta correctamente”.

La Asociación Nacional de Contadores y Economistas de Cuba (ANEC) en recuerdo permanente a su trayectoria lo declaró Presidente de Honor de la organización y desde su congreso constituyente el 14 de junio de 1979 estableció que el 26 de noviembre se denominara Día del Economista.

Cinco décadas y media después sus virtudes constituyen un paradigma no solo para los economistas, sino para todos los cubanos, entre otras muchas virtudes por su voluntad inquebrantable, el afán insaciable de superación y el respeto, cariño y confianza en Fidel.