Los niños y sus familiares se sienten seguros con la profesionalidad de quienes los tienen a su recaudo y se llenan de alegría cada vez que alguno de los pupilos consigue hacer lo que parecía un imposible. Los docentes también experimentan regocijo y satisfacción, pero aún les quedan inconformidades y la incógnita de cuánto más podrían hacer si tuvieran a su disposición todos los medios necesarios.

No es un secreto que las afectaciones del Bloqueo económico, comercial y financiero que ha impuesto Estados Unidos a la Isla por más de cinco décadas afecta a todas las esferas de la sociedad, incluida esta.

Según Dagoberto Hidalgo Basulto e Ileana Zamora Olivera, respectivos directores de los centros docentes, las ayudas técnicas son fundamentales para el desarrollo de los pequeños, pero por su costo se dificulta la accesibilidad a las mismas. El precio de una máquina de lecto-escritura Braille supera los 900 dólares y llegan hasta acá por terceros países. En una tienda en línea de Argentina, por ejemplo, su valor asciende a 1 510 dólares, sin embargo, a cada niño ciego en nuestro país le fue entregada una para su uso personal de forma gratuita, como se hace con el papel especial, los telescopios y otros instrumentos.

También son caros los tratamientos y equipos médicos pero se hace un intento por suplir las necesidades básicas. El implante coclear pudiera hacerse en los dos oídos, pero aquí se prioriza el que más posibilidades tiene. ¿Cuántos niños en otros países ni siquiera pueden acceder a eso? En México este procedimiento asciende a unos 600 000 pesos, y en Chile a 15 millones. Mientras tanto, en nuestro terruño se hace un esfuerzo por llegar a todos los necesitados, con prioridad en la edad escolar, una muestra es el audiómetro que se está entregando en la nación a todas las instituciones docentes homólogas de la "Antonio Suárez", que lo recibió en días recientes.

El panorama es similar en las otras especialidades. Sillas de ruedas, andadores, equipos para la rehabilitación... escasean, incluso la vitamina C y el magnesio que recetan a los autistas. "Una silla de ruedas especial, y no de la última tecnología, que le trajeron a uno de nuestros alumnos de Canadá, costó más de 300 euros", comentó la directora de la escuela Ignacio Agramonte, y agregó: "Con lo que tenemos inventamos, y el viernes en equinoterapia complementamos los tratamientos".

Así, sorteando los obstáculos que nos impone el vecino norteño, se suplen las carencias con la calidad profesional de los especialistas y educandos y sus iniciativas e imaginación para la inventiva de medios.

En declaraciones de la viceministra de Educación Irene Rivera Ferreira a la prensa camagüeyana, reconoció el esfuerzo que se ha hecho en textos y material bibliográfico para este sector, y los avances en cuanto a calidad e inclusión social que han conseguido. "Las intensiones de mejorar estos centros especiales está, pero debe ser paulatinamente, en la medida de las posibilidades del país", dijo.

Mientras tanto nuestros niños, junto a sus profes y médicos, no dejarán de soñar y conseguir imposibles, ellos lo merecen.

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