CAMAGÜEY.- Duele la cabeza el pensar solo por un momento cuántos podríamos vivir en este planeta que habitamos. Con absoluta tranquilidad, podemos descubrir, en el 2019, estimados de 7 500 millones de personas. La cifra es tan descomunal como vacía, tan alentadora como preocupante y desnuda, si meditamos en las posibilidades verdaderas para subsistir en la Tierra.

Cada 11 de julio, los países celebran el Día Mundial de la Población. Desde un punto de vista global, no dudo que existan los más variopintos festejos: pancartas para la fecha, dulces, confeti, brindis, risas, abrazos, afectos… qué sé yo. De un lado, la tranquilidad y en la cara oculta de la Luna, la gente sencilla presa del hambre. Las familias parecen olvidadas por el tiempo y condenadas a peinar los áridos desiertos, las calles o la nieve, para hallar comida. Hablamos de 821 millones mal nutridas, según datos de las Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

Si seguimos por el hilo de los números millonarios y reflexionamos en la cantidad de desplazados a causa de los conflictos bélicos, violencia y persecución, comprenderemos mejor por qué la humanidad se encuentra sedienta de paz. Las ambiciones de las naciones poderosas son el pretexto oculto para dividir a los países. Seccionarlos como trozos de un pedazo de pastel y, tras las cámaras engullir sus recursos. Hiela la sangre saber que en el pasado año más de 70 millones de individuos abandonaron, sin otro remedio, sus hogares, entre ellos habitantes de Siria, Irak y Afganistán. Pero al final la culpa no viene del petróleo, sino del corazón.

Cuando deducimos lo vulnerables que son los niños en algunas regiones de nuestra única y contaminada nave espacial, al decir de Walter Martínez, se nos congela la sonrisa. Río y me indigno al escuchar de los futuros viajes a Marte por la televisión. Los sueños por materializar la ciencia ficción avanzan y la pervivencia de la Tierra, anda con los ojos vendados. Mientras el dinero contante y sonante compre los caprichos del egoísmo, será difícil acabar con la explotación y el trabajo infantil. No obstante, las voces por hacer del mundo un lugar más digno, no se disipan.

La llegada de un hijo puede ser un sismo devastador para familias desamparadas en el planeta. Esos tonos grises pueden revelarse lo mismo en una aldea en Kenia que en la ciudad de un país desarrollado.

Cuba representa un ejemplo para la comunidad internacional. Desde el momento de su embarazo hasta después de haber dado a luz, tanto la madre como el bebé gozan de una atención priorizada y gratuita que cuida de la salud de ambos.

Durante el crecimiento, el joven tiene derecho a estudiar en los diferentes niveles de enseñanza y ser consultado, sin costo, por el médico. Si el deporte lo lleva en la sangre puede practicarlo, libremente, como han hecho las figuras que han colocado a esta pequeña isla del Caribe en lo más alto del podio. Al arribar a la tercera edad reciben beneficios, como la ayuda que el Estado propicia a quienes poseen bajos ingresos, a través de los SAF (Sistema de Ayuda Familiar) y el esmerado cuidado a los abuelos en los Hogares de Ancianos.

Este 11 de julio, se conmemorará el décimo aniversario del Día Mundial de la Población, establecido en 1989 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Al menos yo, como se hace en los cumpleaños, soplaré las velas del cake de mis sueños y tomaré prestado el deseo de un hombre inmenso, llamado José Martí: que llegue la hora del mejoramiento humano.