CAMAGÜEY.- Son muchos los que en este mundo piensan (están convencidos) de que desde el mismo triunfo de la Revolución el 1ro. de Enero de 1959, los gobiernos norteamericanos la tienen “cogida” con Cuba.

Desde luego que no les falta razón si tenemos en cuenta que casi desde ese mismo día iniciaron un bloqueo de forma ascendente y multisectorial que ya dura 60 años y que ha ocasionado al pueblo cubano daños irreparables, muchos de ellos que ya se inscriben en el más prolongado y cruel cerco que recuerde la humanidad.

También tienen en cuenta que las sucesivas administraciones estadounidenses han ido añadiendo eslabones a la férrea cadena con la cual pretenden asfixiar a los cubanos y borrar de la faz de la tierra el "nocivo” ejemplo que significamos para otros pueblos del mundo que aún permanecen bajo la aplastante bota del imperialismo voraz y explotador.

Es cierto que el Gobierno de Donald Trump se ha “distinguido” en los últimos tiempos en darle más vueltas a la tuerca con la que pretende doblegarnos al extremo de activar el Título III de la Ley Helms-Burton que otros mandatarios habían dejado en suspenso por los conflictos que su carácter extraterritorial le ocasionaría con sus socios que mantienen relaciones comerciales e inversionistas con Cuba.

Pero bueno, todos estos antecedentes no impiden “reconocerle” el paso que acaba de dar, a pesar de la prohibición que mantiene sobre sus ciudadanos de visitar la Isla, de autorizar que lo hagan bajo una licencia “para apoyar la sociedad civil de Cuba a promover la independencia del pueblo cubano de las autoridades cubanas”.

En otras palabras, podrán continuar viajando los ciudadanos norteamericanos a la Mayor de las Antillas amparados en dicha licencia “siempre que la finalidad sea de la cual resultara una interacción significativa entre el viajero y las personas de Cuba”.

Desde luego, los viajeros tendrán una programación de sus actividades, un empleado consultor que responda a las autoridades estadounidenses al frente del grupo y no podrán tener contacto con personas y entidades que actúen con el Gobierno o con representantes del Partido Comunista y tampoco podrán incluir tiempo libre o de receso y toda su gestión debe estar encaminada a los trabajadores no estatales.

Pienso que lo único que le falta a esta disposición del Departamento de Estado es incluirle a las comitivas que despache hacia Cuba una escuadra de marines para ratificar más su carácter intervencionista, porque el objetivo subversivo de la citada licencia no puede ser más evidente.

No obstante, como complemento de lo anterior, la Oficina de los Asuntos del Hemisferio Occidental de ese mismo Departamento ha propagado un aviso de Oportunidad de Financiamiento para apoyar a “líderes” cubanos que actúen en Cuba para la promoción de los derechos humanos y la democracia, los cuales actuando dentro de la sociedad civil serán provistos de los necesarios recursos profesionales para que cumplan sus objetivos.

Como blanco principal de esa propuesta, equívocamente, siguen considerando a los estudiantes universitarios y jóvenes profesionales, los mismos que hoy asumen progresivamente la conducción de la nación cubana y que a decir de Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba, lo están haciendo muy bien.

Definitivamente no aprenden la lección los gobiernos estadounidenses y se empeñan en seguir usando armas melladas para tratar de derrocar la Revolución, invicta en todas las batallas que hemos librado contra ese poderoso enemigo que poco a poco va perdiendo su hegemonía sobre los pueblos de nuestra región y de manera global, en pugna con adversarios emergentes que cada día ganan en fuerza económica y militarmente, como Rusia y China, a escala internacional, al punto de disputarle inexorablemente dicha hegemonía.