Tras las pérdidas económicas que provoca el veto de atraque de los cruceros de Estados Unidos a Cuba, también hay otras muchas cuestiones en detrimento que no se ven a simple vista, porque están estrechamente ligadas a especificidades socioculturales de los pueblos de ambos países.

El intercambio cultural es de los procesos más afectados con la medida adoptada desde el presente mes de junio por el gobierno de Donald Trump, porque priva a sus ciudadanos del conocimiento de nuevas comunidades y grupos humanos con diferente idiosincrasia.

En la disposición, -realizada con toda intención de dañar al gobierno y pueblo cubanos-, hay otra pérdida insoslayable y asombrosa, porque a los empresarios de cruceros y a los propios estadounidenses les han prohibido viajar a Cuba, es decir, les aplican medidas coercitivas que merman su modo de vida en el llamado país de la libertad.

Los ciudadanos de la Unión por nacimiento o adopción, quienes viajaron a Cuba durante los años que duró el flujo de cruceros, han expresado su alegría por encontrar o reencontrar una Cuba atrayente, segura, con buena música, ron y tabaco, y la amabilidad y solidaridad de su gente, entre tantos atributos.

Pero hay otros amarres o ataduras entre ciudadanos del Norte y de esta ínsula caribeña que no pueden truncarse pese a las medidas impositivas.

Y son los puntos de contacto entre ambas culturas, como señaló el investigador cubano Jesús Arboleya en 2016, al portal digital Cubadebate.

Escribió entonces Arboleya: “La música de ambos países, conectada en ciertas expresiones por un tronco y transculturaciones comunes, se desarrolló a partir del intercambio de sonoridades y estéticas que enriquecieron esta manifestación artística y la ubicaron entre las más populares del mundo”.

En el itinerario de los cruceros en el centro y sur de Cuba se encuentran Cienfuegos y Casilda, lugares atractivos por la historia y el patrimonio, para los cuales habrá afectaciones por las regulaciones prohibitivas a las lujosas naves.

Silvio Paz González, director de Administración Marítima Territorio Centro, declaró que desde 2014 hasta el cierre de mayo de 2019, por los puertos de Casilda y Cienfuegos, se recibieron más de 308 mil visitantes en viajes de cruceros.

Indicó que hubo un incremento sostenido en las escalas de los cruceros a las terminales portuarias, ya que de 93 atraques alcanzados en 2014, llegaron a 206 en 2017, y lograron niveles considerables en el 2018 con 148 entradas de esas embarcaciones a muelles.

Sin dudas, en la bahía de Jagua se había creado una infraestructura mínima para esta actividad portuaria y turística, ello propició la atención a cada visitante, incluso el abastecimiento de productos agrícolas hacia las bodegas de esas naves.

Otro daño muy directo repercute en los propietarios de cruceros, que ahora deben ajustar itinerario y venta de sus capacidades, que fueron ampliadas porque en los años 2016, 2017 y 2018 crecieron la demanda e interés de los propios estadounidenses de viajar a Cuba.