CAMAGÜEY.- La mayoría de los especialistas coinciden en que el lanzamiento de la precandidatura de Cristina Fernández a las elecciones presidenciales del próximo mes de octubre en Argentina, causó un fuerte impacto en la opinión pública de ese país, tanto en los partidarios como en los adversarios, sobre todo porque dicha aspiración la hace como vicepresidenta acompañando a Alberto Fernández, quien se postulará como primer mandatario.

Es evidente que la fórmula de los Fernández se aprecia como un golpe de timón inteligente si tenemos en cuenta que Cristina está siendo perseguida judicialmente y sometida a juicio por un supuesto delito de corrupción y otros cargos , por lo que no se descarta aplicar aquí la experiencia de la derecha brasileña que sacó del juego a Luiz Inácio Lula mandándolo a prisión y evitando así que se presentara a unas elecciones presidenciales que lo daban como seguro ganador, lo cual facilitó que un fascista como Jair Bolsonaro se hiciera con la primera magistratura de ese país.

La preocupación no es solo de la derecha argentina acerca de la combinación de los Fernández, sino también regional como lo demuestran las recientes visitas de Bolsonaro e Iván Duque, abogando ambos por evitar que se pueda repetir otra Venezuela en ese país, con la posible derrota del reeleccionista Mauricio Macri, quien ha sumido al país en una crisis económica, social y política que no le augura futuro en las presidenciales del 27 de octubre.

Tanto es así que el Fondo Monetario Internacional (FMI) a quien acudió Macri solicitando un préstamo de más de 227 millones de dólares, acaba de declarar por voz de su presidenta Christine Lagarde que subestimaron, tanto el organismo como el Gobierno, la real situación económica de la nación sometida a altos precios y a una inflación muy difícil de controlar, por lo cual resolver esa situación requerirá mucho más tiempo del que pensaran.

Este lenguaje del FMI se tradujo en una oleada de “tarifazos” a la población gaucha encareciendo servicios tan vitales como el gas, el agua, la electricidad, oleada de despidos y elevación considerable de los indicadores de pobreza a la que las organizaciones laborales y los movimientos sociales vienen oponiendo una fuerte resistencia manifiesta con continuas huelgas y marchas de repudio y condena a tales políticas lesivas a los intereses del pueblo.

Otra decisión acertada se considera el hecho de que la fórmula Cristina–Alberto, quien ocupó distintas responsabilidades durante el gobierno de los Kirchner, se han propuesto convocar a un frente amplio, incluidos los sectores peronistas y otras organizaciones de tendencia progresista para aglutinar todas las fuerzas sociales y políticas en la lucha electoral para obtener el triunfo en los comicios del próximo octubre, desde luego, después de ser nominados por sus respectivos partidos en las primarias a celebrarse en el mes de agosto.

Se abre pues un compás de espera, primero acerca del enjuiciamiento de Cristina y su despojo o no de la inmunidad parlamentaria, segundo las nominaciones de ambos a la presidencia y vicepresidencia, y  tercero el resultado de las elecciones en el décimo mes del corriente 2019 que de ser positiva para ellos implicaría un indiscutible viraje en la correlación izquierda–derecha en la región por lo que representa el peso económico y político de Argentina aquí.