CAMAGÜEY.- Mucho se habla por estos tiempos de exportar. Durante el año 2018 la situación financiera del país estuvo tensa e influyó, sin dudas, el incumplimiento de los ingresos por exportaciones, valores totales que descendieron en 12,6 % la de bienes y 5,5 % la de servicios, mientras las importaciones crecieron un 2,9 %. Podemos deducir fácilmente que así no hay economía que aguante.

No por gusto “incrementar y diversificar las exportaciones” es la primera de seis líneas prioritarias para la economía del país en el 2019, pero estamos muy distantes de lograr lo que necesita Cuba de su comercio exterior. El presidente de los consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, ha llamado a preocuparse también por cobrar lo que se vende y producir con la calidad que exigen los estándares internacionales. Sin embargo, no es a nivel de ministerio y oficinas donde ganaremos esta batalla, sino en las empresas.

No puede ser por embullo y mucho menos por campaña. Cuba necesita sostenibilidad en el tiempo, con una adecuada presencia para competir en un mundo donde ya todo está inventado y en algunos casos se requieren grandes inversiones para posicionar un producto final de calidad.

Al cierre del primer trimestre, Camagüey le debía a su plan de exportaciones casi 60 millones de dólares, casi todo de la producción azucarera, en buena medida por una estrategia del país de redireccionar el azúcar crudo camagüeyano para hacer refino. También influyó que no cumplía con la calidad exigida, según un informe de la Delegación Provincial del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera. 

¿Cuánto nos duele que existan otros siete productos que no salieron de fronteras según lo planificado? ¿Cómo es posible que siete empresas dedicadas a la producción de carbón vegetal no lograran la venta de 1 267 toneladas y dejaran de ingresar más de medio millón de USD, aun con sobrecumplimiento del rubro? Incluso conociendo que todo el carbón que se hace, se vende, ¿cómo entender que Industrias Locales con una marca ya patentada, por diferencia de precios con otras empresas nacionales en la compra al productor, no entregue lo pactado? ¿Acaso resulta perdonable que la provincia haya dejado de ingresar 133 000 dólares por falta de personal calificado y perforaciones de insectos en las hojas de tabaco? En una economía como la nuestra, el dinero no sobra.

Es un tema que exige soñar con los pies en la tierra; pensar en cómo sostener y darle valor agregado a los 16 productos que ya están consolidados tiene que ser la prioridad para las 27 entidades productoras. Resulta esperanzador que la Empresa de Semillas, el Fondo de Bienes Culturales, la EMI Ignacio Agramonte, la Fábrica de Sorbitol, la Empresa de Acopio, Beneficio y Torcido del Tabaco de Camagüey y Cultisur se esfuerzan por incluir sus productos en fomento en la lista de fondos exportables de una provincia que llegó a tener más de 34.

No es secreto que lleva dinero, en buena medida inversiones en USD. Sin embargo, otras soluciones pudieran estar en lo local, con la contribución territorial del 1 % y de esta manera darle un uso eficiente a esa bondad financiera.

Aguacate orgánico, frutabomba maradol, semilla de ají picante, monturas y candados de gancho son algunos de los productos que más cercanos están a ingresar la lista de los fondos exportables, dependerá de un buen estudio de factibilidad y de mercado, de la pericia de esos empresarios para competir y de sostenerlos en el tiempo con calidad. En ese sentido también se impone preparar a nuestra gente para meterse en un mundo complicado del que hemos estado alejado por muchos años.

Encadenar procesos, invertir en lo que pueda aportar dividendos, mejorar el acabado de los productos y valorar cómo insertar poco a poco en este rumbo al sector no estatal, pudieran ser algunas claves para exportar aún más Camagüey. Cumplir con lo pactado en plan es una obligación e interiorizar la necesidad de nuestra economía de potenciar las exportaciones sería el primer paso para demostrar que este es un asunto que nos duele a todos.