CAMAGÜEY. La zafra agroazucarera 2018-2019 de esta provincia concluyó - con más penas que glorias- por el ingenio Siboney, primero en iniciarla y último en parar sus molinos el miércoles precedente, tras 188 días agónicos de producción.

Los seis centrales que intervinieron en la contienda produjeron unas 119 000 toneladas de azúcar, equivalentes al 75 % del plan técnico-económico ajustado finalmente: 39 800 toneladas menos que lo pactado y 43 000 más que en la incumplida molienda anterior.

Solo el “Carlos Manuel de Céspedes”, el más productivo de la provincia en esta temporada, superó la meta prevista con 4 020 toneladas por encima. Le siguió el “Panamá”, de Vertientes, con el 84 % de un plan discreto, y el emblemático “Siboney”, que llegó apenas al 79 % y perdió su invicto de 17 cumplimientos al hilo —a mi juicio, porque la provincia no lo “protegió” con el abasto estable de caña y fuerza calificada desde el principio, amén de la suma de las adversidades industriales por el déficit de recursos materiales, medidas organizativas y otras causas.

El ingeniero Lázaro Álvarez Padilla, director de la Empresa Azucarera en Camagüey, calificó la molienda terminada de compleja por la entrada tardía de recursos materiales, o su no llegada, incidencias principales del 21 % del tiempo perdido en las industrias con mayor severidad en los centrales Argentina, de Florida, y Brasil, de Esmeralda, y el 23 % ocasionado por el exceso de lluvia, fundamentalmente en los sureños “Batalla de Las Guásimas” y “Panamá”.

De febrero hasta abril los porcentajes históricos mensuales de las precipitaciones fueron rebasados sobre los cañaverales, con evidentes afectaciones en los pelotones mecanizados de corte.

Directivos de AzCuba también consideran que entorpecieron los rendimientos en los cortes y las molidas el 66 % y más de la caña vieja estimada para moler (quedada y requedada de otras zafras), la falta de personal calificado y capacitación en las fábricas de azúcar, y el desaprovechamiento de la jornada laboral en las plantaciones.

Ahora, la zafra se fue... hay que sembrar caña. Se fue... y dejó de nuevo la advertencia de consumir en noviembre y diciembre no más del 30 % de la caña vieja planificada para, con mayor cantidad de materia prima fresca, elevar los rendimientos azucareros en los meses más productivos de la venidera contienda. Sobre todo, habrá que moler alto y estable a partir de los estimados de junio 30 en los ingenios que desde el principio arranquen bien, como sucedió con el “Céspedes”, y salvo excepciones del clima, no extender la zafra a mayo, cuando las lluvias primaverales disponen, mandan, el fin de la molienda.